Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de julio de 2025
La vacuna, que en Inglaterra me parecería reaccionaria y anticientífica, aquí me parece liberal y cientificísima. Y si los espíritus revolucionarios ingleses pudieran traspasarnos con la vacuna su partido conservador, no habría un hombre verdaderamente progresivo en España que se negara a acogerlo.
Se conseguirá restituir al pais su salubridad, cortando el mal ocasionado por los frios del viento sud tan mortifero para las criaturas de los pueblos interiores, así como los estragos causados por las viruelas entre las personas de mayor edad, cuando las aulas de medicina de la República suministren un número tal de discípulos, que pueda el Estado colocar en cada provincia un facultativo fija y suficientemente retribuido, para que con el ausilio de los curas trate de preservar á los infantes de la atroz mortandad, y propague la aplicacion de la vacuna, juntamente con los otros preservativos de sanidad.
Es el caso de dos personas que se opusieran al alumbrado de petróleo, una en nombre de la luz eléctrica y otra en nombre del candil. Los vecinos de Croydon, con una urbanización excelente, creen que deben prescindir de la vacuna. «En vez de vacunarnos dicen dennos ustedes más agua y más aire.» Aquí, en cambio, la alternativa es trágica: o vacuna o viruela.
Por mi parte, considero la viruela como una verdadera imposición de que han venido haciéndonos víctimas nuestros gobiernos. La viruela tenía en España el mismo carácter obligatorio que ahora tiene la vacuna, y nadie protestaba contra ella. Las gentes se resignaban a padecerla como se resignaban a padecer el tifus y el caciquismo.
Había quien preparaba su banquete con un hocico con carrilleras, una libra de tapa del cencerro, u otras despreciadas partes de la res vacuna, o bien con asadura, bofes de cerdo, sangre frita y desperdicios aún peores. Los más opulentos dábanse tono con su pedazo de turrón del que se parte con martillo, y la que había traído una granada tenía buen cuidado de que la vieran.
Amigo lector: Permítame usted que le dé el mismo consejo con que ya favorecí al amigo de quien he hablado antes. Si alguna vez necesita usted que le operen, llame usted a un medicucho cualquiera. Llame usted a un sastre. Llame usted a un barbero o a un ebanista; pero no llame usted a un gran cirujano... Cuando se decretó en Madrid la vacuna obligatoria, todo el mundo se indignó.
Nosotros estamos todavía en el período de la vacuna, como estamos en el del reformismo y el republicanismo. De vivir en Croydon yo sería, muy probablemente, miembro de la Liga antivacunista, y, no obstante, cuando el Sr. Romeo inició aquí su campaña en pro de la vacunación obligatoria, hice un artículo defendiéndola.
Que se vacune el que quiera solía decirse ; pero ¿y si a mí se me antoja tener viruelas? Libertad de tener viruelas... Libertad de pegárselas al vecino... Libertad de escupir... Libertad de tronchar los árboles... ¡Con qué ahínco defiende todas estas libertades el español! Desengáñese usted me decía un amigo antes de la vacuna obligatoria , España es el país más liberal del mundo.
El partido conservador inglés vendría entonces a representar la tendencia más avanzada de la política española. Indudablemente, el hecho de que en Londres se combata la vacuna, no debe servir para animar a los antivacunistas españoles.
Casi diariamente desaparecía alguna res vacuna o lanar de las haciendas esparcidas sobre la orilla del Paraná, cinco o seis leguas al sur de la ciudad del Rosario. Por muchas diligencias que hiciera la policía del departamento, no pudo darse con los ladrones que se apropiaran de las reses, sin dejar siquiera el cuero.
Palabra del Dia
Otros Mirando