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Actualizado: 26 de junio de 2025
Yo estaria conforme con estas prácticas, cuando una conquista civilizadora hubiera rescatado al mozo del cautiverio en que lo tiene la conciencia de este mismo pueblo; cuando de la matrícula social se hubiera borrado la palabra degradante garçon; pero la palabra garçon está escrita aquí, tiene aquí su esfera propia, constante, determinada: la palabra garçon lleva en sí el pensamiento de una raza ilota, menos ilota que la de Esparta; ilota, hasta donde puede consentirlo la civilizacion de nuestros dias; pero ilota, sierva.
Mas no pudiendo dar á la primera de las menores seis piés más de anchura de la que tenian, por no consentirlo la altura de las columnas, imaginaron sin duda los arquitectos, que en vez de repartir ese pequeño esceso por igual entre los treinta y tres arcos de la tirantez de norte á sur, era preferible para el buen efecto conservar en línea y perfecta correspondencia las tres ó cuatro primeras naves, añadiendo una nave más en el espacio ganado por la dimininucion del grueso de los machones, y ensanchando las naves sucesivas donde pareciese mas conveniente.
No se enamoran para casarse los hombres como Pepe Guzmán; y te añado que aun cuando éste quisiera ser contigo una excepción de la regla, tú no deberías consentirlo. » ¿Por qué? exclamé sin poderme contener. » Por... varias razones respondió mi madre muy serena y bajando más la voz . Y vamos a tratar este punto con toda franqueza, porque en él se encierra toda la cuestión.
Pronto dejaría de verle don Jaime. Antes de una semana iban a llevarle a Ibiza. Otros le subirían la comida a la torre... Febrer hizo un gesto revelador de su esperanza. ¡Tal vez Margalida, como en otros tiempos! Pero el Capellanet, a pesar de su tristeza, sonrió maliciosamente. No, Margalida no; todos menos ella. ¡Bueno estaba el siñó Pep para consentirlo! Cuando la pobre madre, para defender a su atlot, había hablado tímidamente de lo necesario que era el muchacho en la casa para servir al señor, Pep estalló en nuevas vociferaciones.
Con astucia le iba atrayendo a la determinación que ella deseaba, haciéndole entender, cada vez con más fuerza, que si se negaba a acompañarla se marcharía sola. Esto le parecía al excusador el colmo del escándalo. Además, se expondría a mil accidentes lamentables, y acaso a su perdición completa. Consentirlo, era echar sobre la conciencia una terrible responsabilidad.
Si bien no habían reñido nunca seriamente, de los siete días de la semana pasaban seis de morros, porque él quiso besarla y ella no estaba de humor de consentirlo, o porque ella pensó ir al teatro y a él se le ocurrió meterse en cama, con dolor de cabeza; pero, así y todo, no pertenecían al grupo de los mal casados, teniendo ambos la discreción de no ahondar lo que pudiera separarles y manteniéndose alejados, en lo posible, de la lucha que dividía a sus hermanos.
Hasta la misma Facia era muy otra de lo que fue: comenzaba a nutrirse y a sonreír, y dormía sin sobresaltos... Sólo Pito Salces andaba amurriadón y caviloso, y yo no podía consentirlo, por lo mismo que me creía capaz de remediarlo. ¿Por qué no echas «eso» a un lado de una vez? le dije un día. Como no está en mí la para... me respondió mirándose las uñas de una mano . ¡Qué más quisiera yo, puches!
La duquesa salió bizarramente aderezada, y don Quijote, de puro cortés y comedido, tomó la rienda de su palafrén, aunque el duque no quería consentirlo, y, finalmente, llegaron a un bosque que entre dos altísimas montañas estaba, donde, tomados los puestos, paranzas y veredas, y repartida la gente por diferentes puestos, se comenzó la caza con grande estruendo, grita y vocería, de manera que unos a otros no podían oírse, así por el ladrido de los perros como por el son de las bocinas.
Grande es mi deseo de contestar dignamente a dicho discurso; pero ni la premura del tiempo, ni las dolencias y graves disgustos, que en estos días me han aquejado, ni mi falta de serenidad y de paz interior, habrían de consentirlo, aunque la pobreza de mi erudición y la cortedad de mi entendimiento no lo estorbasen.
¡Pobre amiga mía! ¡Quién había de decirte que en tu grandeza serías tan desgraciada como en tu miseria! Sí, es verdad, es verdad... Pero me dejo arrastrar por tu demencia. ¡Llévame a mi casa, por Dios! Después concertaremos... Ya está concertado... Pero mi familia... Yo tengo nombre y familia... A eso voy. No, no puedo consentirlo.
Palabra del Dia
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