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Salió de Villa-Sirena. El camino era largo y quería hacerlo á pie. Este ejercicio robustecería su voluntad, disipando las dudas que le asaltaban de nuevo. Pensó en el gesto íntimo realizado tantas veces en otra época, como algo ordinario y maquinal. Su caviloso aislamiento en los últimos meses parecía haberle entumecido.

A veces se marchaba a comer al restaurant, y entonces llegaba triunfante a casa y decía en alta voz que aquel día se sentía admirablemente aunque no fuese verdad. Un día le preguntó a un amigo médico en el café: Dime, ¿es verdad que existen venenos lentos? Cualquier sustancia nociva es un veneno lento si se administra a la continua le respondió. Aquel día estuvo doblemente preocupado y caviloso.

El héroe se apoyaba en su bastón nudoso, y en los pasos difíciles, que eran los más, pedía auxilio al brazo de Sola. Esta no deseaba otra cosa que servirle y complacerle. Hijita le dijo, cuando pasaron de las higueras del tío Reza-quedito, punto desde el cual ya no se veía la casa , hoy tengo que decirte la última palabra acerca del asunto que hace tiempo me trae muy caviloso.

Desde aquel día el mayorazgo no vivió más que para sus ilusiones, y, agobiado por ellas, tornóse caviloso, taciturno y solitario; huyó de los partidos de naipes y de bolos; y si alguna vez, cediendo á las instancias de los amigos, tomaba cartas, era para dejarse acusar las cuarenta por el último zarramplín del lugar. Don Silvestre, en fin, llegó á encontrar insoportable el rincón de sus mayores.

Poco tiempo después de esta confidencia de Morsamor, Tiburcio, que al principio se había callado, hubo de hacerle el siguiente razonamiento: He meditado sobre lo que te trae caviloso y que días pasados me confiaste. He hecho más: he gustado de tu propósito y he empezado a abrir el camino para que se logre. Para nosotros siempre será aquí el peligro mayor que la gloria.

Era una respuesta aplastante, en efecto, a la crítica de Leporello nutrida de sana doctrina retórica y adornada con todos los recursos que proporciona al discurso la ortografía española; signos de admiración, interrogantes, puntos suspensivos, paréntesis, etc., etc. Tristán, muy caviloso, apenas le escuchaba.

También usted se apura ahí por una chanza, por una tontería, lo mismo que si ya todo el mundo le señalase con el dedo.... Se necesita una vara de correa para vivir entre gentes. A este paso no le arriendo la ganancia, porque no va a sacar para disgustos. Caviloso y cejijunto, había cogido Julián un palito que andaba por el suelo, y se entretenía en clavarlo en la hierba.

El señor Molina recorría, muy caviloso, las habitaciones de la casa, y al pasar junto a su sobrina, sin atreverse a consolarla, echaba sobre ella una mirada penetrante. ¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia! murmuraba hablando consigo mismo, pero con el propósito de que ella, oyéndole, comprendiera que no le engañaba su apacible indiferencia exterior.

Después usted la vio en los Cigarrales, según me escribió ella misma; más tarde, ahora, se me muestra tan admirador de ella y tan afligido de mi felicidad, que no puedo menos de volverme caviloso y preguntarme si usted ha tenido o tiene proyectos iguales a los míos, y si esos proyectos se refieren a la misma persona, que es, digámoslo claro, la mitad o la principal parte de mi vida.

Pero ahora se restregaba los ojos, al fin. ¿Qué significaba aquel aspecto caviloso con que el señor Molina se paseaba, desde hacía dos horas, por las habitaciones de la casa, sin hablar con nadie y hasta esquivando francamente toda conversación? ¿Por qué no relataba, con su flema de costumbre, anécdotas históricas?