United States or Moldova ? Vote for the TOP Country of the Week !


Febrer los adivinó en la obscuridad por el olor de cáñamo de las alpargatas nuevas y el de lana burda de sus mantones y jaiques. Las chispas rojas de los cigarros indicaban en el fondo del porche otros grupos en espera. ¡Bono, nit! dijo Febrer al llegar. Sólo le respondieron con un leve gruñido.

Cierto carraspeo conocido atrajo a Febrer, y le hizo asomarse a lo alto de la escalera. Un hombre envuelto en un mantón estaba en los primeros peldaños. Era Pep. El sopar dijo brevemente, tendiéndole una cesta. Jaime la tomó. Notábase en el payés un deseo de no hablar, y él, por su parte, sintió cierto miedo de que rompiese su laconismo. ¡Bona nit!

Vaya, adiós. ¡Hasta la nit! gritaba la animosa muchacha pasando su brazo por el asa de la cestita, y cerraba la puerta de la barraca, echando la llave por el resquicio inferior. Ya era de día. Bajo la luz acerada del amanecer veíase por sendas y caminos el desfile laborioso marchando en una sola dirección, atraído por la vida de la ciudad.

Al ir á Valencia en la mañana siguiente, no le vió; pero por la noche, al emprender el regreso á su barraca, no sentía miedo, á pesar de que el crepúsculo era obscuro y lluvioso. Presentía la aparición del tranquilizante compañero, y efectivamente, le salió al paso casi en el mismo punto que el día anterior. Fué tan expresivo como siempre: «¡Bòna nit!» y siguió andando al lado de ella.

Todo en su historia pasada le parecía falso y artificial, como la vida que se muestra en los escenarios, pintada y cubierta de oropeles bajo una luz engañosa. Nunca había de volver a ese mundo de ficción. La realidad era lo presente. Al llegar al porche encontró reunidos a los cortejantes, que parecían discutir con voz ahogada. Al verle callaron instantáneamente. ¡Bona nit! Nadie contestó.

¡Avant qui siga! gritaba Pep como si ignorase la presencia de los cortejantes y estuviera esperando una visita extraordinaria. Entraban mansamente, saludando a la familia. «¡Bona nitBona nitTomaban asiento en un banco, como niños de la escuela, o quedaban de pie, mirando todos a la atlota.

Pasaban por las sendas las muchachas que regresaban de la ciudad, los hombres que volvían del campo, las cansadas caballerías arrastrando el pesado carro, y Batiste contestaba al «¡Bòna nitde todos los que transitaban junto á él, gente de Alboraya que no le conocía ó no tenía los motivos que sus convecinos para odiarle.

Cuando avanzaba la noche y Margalida había hablado ya con todos sus cortejantes, el padre, que dormía en un rincón, prorrumpía en sonoro bostezo. Aquel hombre de campo parecía adivinar durante su sueño el curso del tiempo. «¡Las nueve y media!... A dormir. ¡Bona nit!» Y toda la atloteria, tras esta invitación, abandonaba la casa, perdiéndose en la obscuridad sus pasos y relinchos.

Saliendo de la alquería de la novia, para dar a ésta y a su familia una muestra de aprecio, disparaba un tiro al transponer la puerta, y gritaba luego: «¡Bona nitSi, por el contrario, se retiraba ofendido y deseaba inferir a la familia una grave injuria, invertía los términos, dando primero las buenas noches y disparando la pistola después; pero en tal caso había de salir inmediatamente a todo correr, pues los de la casa contestaban acto seguido a la declaración de guerra con otros disparos o con palos y pedradas.

Pero después caía en la huerta obscura, con sus ruidos misteriosos, sus bultos negros y alarmantes que pasaban saludándola con un «¡Bòna nitlúgubre, y comenzaban para ella el miedo y el castañeteo de dientes. No la intimidaban el silencio y la obscuridad. Como buena hija del campo, estaba acostumbrada á ellos. La certeza de que no iba á encontrar á nadie en el camino la hubiera dado confianza.