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El tambor redobla alegremente; la gaita grita; la novilla ofrecida á la Virgen brinca y juguetea haciendo sonar la esquila que lleva al cuello. Delante de todos disparando cohetes marcha el valeroso Celso. El humo de la pólvora le embriaga; los cantos le alegran; un vértigo delicioso se apodera de su magullada cabeza y por un momento se borran de su mente las dulces memorias de la Bética.

A Magdalena nada más le decía una parte de la verdad. No le ocultaba nada de mi aversión a la sociedad, disparando tan sólo el motivo personalísimo de ciertos agravios. Cuando se trataba de juzgar al mundo de manera más general, aparte la perenne idea de que debía considerarlo como un ladrón de mi ventura, prodigaba las invectivas con feroz alegría.

34 Mas un varón disparando su arco en su perfección, hirió al rey de Israel por entre las junturas y las corazas; por lo que dijo él a su carretero: Da la vuelta, y sácame del campo, que estoy herido. 35 La batalla había arreciado aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre de la herida corría por el seno del carro.

En vano Piola gritaba levantando sus brazos: ¡Hermanos, no nos baleen, que somos gentes de paz y nos entregamos!... Los que llegaban no querían oir y seguían disparando sus rifles á pesar de las órdenes de Robledo. Cayó herido el camarada de Piola, y éste juzgó oportuno echarse al suelo, buscando refugio detrás de su caballo.

Podrá decir el Rey nuestro Señor por el suceso de estas galeras, lo que dijo la buena memoria del Emperador su padre por lo de la Previsa: «que donde no está su dueño, ahí está su dueloDisparando este día una pieza de artillería de lo alto del castillo á unas galeotas, reventó y hirió y mató siete ó ocho hombres. Erró muy poco de matar al Duque.

Morales iba á seguir disparando su mauser, pero Jaramillo, que estaba, como él, con una rodilla en tierra y la cara apoyada en la culata del fusil, le dijo á gritos, para dominar con su voz el estruendo de las descargas: Es inútil que tires; no lo matarás. Ese hombre tiene un payé de gran poder. Habían desembarcado, cerca de media noche, en el muelle de la ciudad.

Su cuerno derecho cerró animosa y determinadamente con la arcabucería questaba por guarnición del lado izquierdo de nuestro escuadrón á la parte de la marina; pero no con menos valor resistieron los nuestros el ímpetu y furor de los enemigos, sin tornar paso atrás, disparando una vez los arcabuces, no teniendo lugar para tornar á cargarlos, por estar ya revueltos con los moros.

En pocos minutos rodó por el suelo todo el personal: muerto el capitán y varios soldados, heridos los oficiales y casi todos los sirvientes de las piezas. Sólo quedó como jefe Laurier el Impasible así lo apodaban sus camaradas , y auxiliado por los pocos artilleros que se mantenían de pie, siguió disparando, bajo una lluvia de hierro y fuego, para cubrir la retirada de un batallón.

Los galeones fueron siempre disparando artillería á las galeras que los seguían, haciéndolas estar bien largas dellos, sin perder de hacer su camino. Perdiéronse nuestras galeras tan ruinmente, que entre todas sólo dos ó tres pelearon. La Mendoza de Nápoles quedó sin gente: toda murió combatiendo.

A sola la luna honran con título de madre pero sin darla culto, y cuando se eclipsa, salen con grandes gritos y aspavientos disparando al aire una gran tempestad de flechas para defenderla contra los perros que dicen que allá en el cielo andan tras ella y la muerden hasta que la hacen derramar sangre de todo el cuerpo, que á su juicio es la causa del eclipse; y todo el tiempo que éste dura, permanecen ellos en esta función hasta que vuelve á su resplandor y estado antiguo.