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¿Ha caído enfermo alguno de la familia? preguntó Stein asustado. No respondió Momo ; es Usía que le dicen su Esencia, que estaba cazando en el coto jabalíes y venados, con sus amigos, y, al saltar un barranco, resbaló el caballo y los dos cayeron en él. El caballo reventó y la Esencia se ha quebrado cuantos huesos tiene su cuerpo.

Cuando llegó junto al ciego, que en lugar próximo le esperaba, la pena inmensa que oprimía el corazón de la pobre anciana reventó en un llorar ardiente, angustioso, y golpeándose la frente con el puño cerrado, exclamó: «¡Ingrata, ingrata, ingrata! No yorar ti, amri le dijo el ciego cariñoso, con habla sollozante . Señora tuya mala ser, ángela.

Precisamente una de las primeras víctimas de su intemperancia fué el mismísimo P. Procopio, que á las pocas semanas del famoso capítulo mencionado reventó como una bomba..... Quien no conozca á los frailes, quizá imagine que este trágico ejemplo pudo introducir en ellos alguna enmienda; sin embargo, en honor de la verdad debo decir que no la hubo.

Reventó de vanidad en un banquete. ¿Quién? ¿La hija? El padre. Ya lo sabía yo, con algo más que no me han explicado bien o se me ha olvidado. ¿Qué le pasó a la hija? Esa es una historia de fondos tan indecentes y criminales como las otras; pero menos antipática por lo que toca a la protagonista.

Más al suspender el cuerpo, a pocas pulgadas de la tierra, reventó la cuerda; y Arriaga, aprovechando la natural sorpresa que en los indios produjo este incidente, echó a correr en dirección a la capilla, gritando: ¡Salvo soy! ¡A iglesia me llamo! ¡La iglesia me vale!

El fraile que administraba su parroquia, describe el fenómeno en las siguientes líneas que literalmente copiamos: «Por el mes de Diciembre de 1754 reventó el volcán más furiosamente que nunca, porque el ruido era como de una batalla muy grande, los terremotos espantosísimos y la oscuridad de la atmósfera tal, que puesta la mano delante de los ojos no se veía: la ceniza y arena que arrojaba era tanta, que cubrió todos los tejados y casas de Manila, la que dista unas 20 leguas y aun llegó hasta Bulacan y la Pampanga.

Y en el cielo vi a una señora vestida de blanco, trenzando un cordón con la espuma del mar. Y yo me así del hilo, y el hilo se me reventó, y caí dentro de una cueva de ratones. Y en la cueva de ratones estaban tu padre y mi madre, hilando cada uno en su rueca, como dos viejecitos. Y tu padre hilaba tan mal que mi madre le tiró de las orejas hasta que se le caían a tu padre los bigotes.

¡Qué horrenda visión! exclamó María, entre sus carcajadas . Dicen que el sargento de Utrera reventó de feo. ¿Cómo es que no te sucede a ti otro tanto? Capaz eres de pegar un susto al miedo. ¿Conque tienes preñado el cachete? Pues parirás un melón, y podrás enseñarlo por dinero. ¡Qué espantoso estás! ¿Vienes a que te retraten para que te pongan en la Ilustración, que anda a caza de curiosidades?

Como un petardo que estalla, así reventó en estrepitosa risa la Sanguijuelera, apretándose la cintura y mostrando sus dos filas de dientes semisanos. Se desbarataba riendo, y después le acometió una tos de hilaridad que le hizo suspender el diálogo por más de un cuarto de hora. Algo confusa, Isidora esperó a que su tía volviese en de aquel síncope burlesco para seguir hablando.

De dos puntazos secos le reventó las pupilas a un anciano, ricamente vestido, que se adelantó espectral, en el fulgor de la luna. Los moriscos se apartaban, amedrentados.