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Que la traza del pobre africano le pareció lastimosa, se conoció en el gesto que hizo, en la cara que puso, y en el acento con que dijo: «Ya le conocía yo a este, de verle pedir en la calle del Duque de Alba. Es buen punto, y muy enamorado. ¿Verdad, Sr. Almudena, que le gustan a usted las chicas? Gustar B'nina, amri... Ajajá... Pobre Benina, ¡no se le ha sentado mala mosca!

, hijo mío, aquí estoy viéndote llorar como San Pedro después que hizo la canallada de negar a Cristo. ¿Te arrepientes de lo que has hecho? , ... amri... ¡Haber pegado ti!... ¿Doler ti mocha? ¡Ya lo creo que me escuece! Yo malo... yorando días mochas, poique pegar ti... Amri, perdoñar ... ... perdonado... Pero no me fío. Tomar palo le dijo alargándoselo Venir qui... cabe .

Suspiraron ambos, y silenciosos subieron toda la calle de Toledo. Como Benina le ofreciese un duro para la mudanza, Almudena expresó un desinterés sublime: «No querier diniero... Diniero cosa puerca... asco diniero... quierer amri... muquier mía migo.

Pero conteniéndose al instante, acudió a la respuesta con este discretísimo argumento: «Hijo, así te llamo porque pudieras serlo... agradezco tu fineza; pero repara que he cumplido los sesenta años. Cumplir no cumplir sisenta, milienta, yo quierer ti. Soy una vieja, que no sirve para nada. Sirvi, amri; yo quierer ti... mais que la luz bunita; moza . ¡Qué desatino!

A poco llegó la guardesa, que también era compasiva, y lo primero que hicieron fue dar agua a Benina para que le lavase la herida a su compañero, y de añadidura sacaron vinagre, y trapos para hacer vendas. El moro no decía más que: «Amri, ¿pieldra ti no? No, hijo: no me ha tocado más que una china en el cogote, que no me ha hecho sangre. ¿Dolier ti? Poco... no es nada.

No doy un paso sin encontrar una mala cara. Señor Carlos llamar ti mañana. Mañana está muy lejos, y yo necesito el duro hoy, y pronto, Almudena, pronto. Cada minuto que pasa es una mano que me aprieta más el dogal que tengo en la garganta. No llorar, amri. ser buena migo; yo arremediando ti... Veslo ahora. ¿Qué se te ocurre? Dímelo pronto. Yo peinar ropa.

Cuando llegó junto al ciego, que en lugar próximo le esperaba, la pena inmensa que oprimía el corazón de la pobre anciana reventó en un llorar ardiente, angustioso, y golpeándose la frente con el puño cerrado, exclamó: «¡Ingrata, ingrata, ingrata! No yorar ti, amri le dijo el ciego cariñoso, con habla sollozante . Señora tuya mala ser, ángela.

Temblorosa llegó a la calle Imperial, y habiendo mandado al moro que se arrimara a la pared y la esperase allí, mientras ella subía y se enteraba de si podía o no alojarle en la que fue su casa, le dijo Almudena: «No bandonar , amri. ¿Pero estás loco? ¿Abandonarte yo ahora que estás malito, y los dos andamos tan de capa caída? No pienses tal desatino, y aguárdame.

Ya trataremos de eso más despacio dijo Benina quitándose el pañuelo y volviéndoselo a poner, señal de impaciencia y ganas de marcharse. No dirti , amri, no murmuró el ciego quejumbroso, agarrándola por la falda. Es tarde, hijo, y hago falta en casa. migo siempre. No puede ser por ahora. Ten paciencia, hijo».

Aún tuvo la pobre Nina que bregar un poquito con el marroquí, empeñado en que le llevara sigo; pero al fin pudo convencerle, encareciéndole el peligro de que la herida de la cabeza le trajera algún trastorno grave si no se estaba quietecito. «Amri, golver ti mañana decía el infeliz al despedirla . Si dejar solo, murierme yo migo». Prometió la anciana solemnemente volver a su compañía, y se fue melancólica, revolviendo en su magín las tristezas de aquel día, a las cuales se unían presagios negros, barruntos de mayores afanes, porque se había quedado sin un cuarto, por dejarse llevar del ímpetu caritativo de su corazón dando tanta limosna.