United States or Zimbabwe ? Vote for the TOP Country of the Week !


Clara y Elena salieron por la puerta de madera del jardín y, sin internarse en el bosque, siguiendo el muro llegaron hasta uno de los ángulos, examinaron el paraje en que se iba a erigir el lavadero y dieron su opinión acerca de él. Pero Elena pronto se distrajo echando miradas codiciosas a una mata de nísperos que crecía un poco más lejos. Mira, Clarita, aguárdame un instante... ¡Elena! ¡Elena!

Temblorosa llegó a la calle Imperial, y habiendo mandado al moro que se arrimara a la pared y la esperase allí, mientras ella subía y se enteraba de si podía o no alojarle en la que fue su casa, le dijo Almudena: «No bandonar , amri. ¿Pero estás loco? ¿Abandonarte yo ahora que estás malito, y los dos andamos tan de capa caída? No pienses tal desatino, y aguárdame.

Al estrecharle contra su pecho le había puesto la mano sobre el corazón, notando que sus latidos acusaban perfecta tranquilidad. El joven, sin advertir nada, se dispuso a retirarse, y ya iba a traspasar el umbral del aposento, cuando el doctor le llamó de nuevo, diciéndole con voz ahogada por la emoción: Oye, Amaury, una palabra. ¿Tiene usted algo que mandarme? Aguárdame en tu habitación.

Cuando la vió aparecer de nuevo con un mantón sobre los hombros y pañuelo de seda á la cabeza sintió tanta compasión que le dijo, alzándose de la silla: Vamos, niña... vamos donde quieras. Gracias, Manolo replicó la joven con voz temblorosa. Salte fuera y aguárdame en la esquina. Necesito que venga Joselillo... pero no tardará.

Noto ya en mi ser un germen de destrucción que dentro de pocos meses me conducirá indefectiblemente al sepulcro. »Creo que no ofendo a Dios dejándome aniquilar por la enfermedad que El me envía; no hago más que acatar sus designios. ¡Señor! ¡Señor! ¡Cúmplase Tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo! »¡Magdalena, hija mía, aguárdame!» «6 de enero.

Uno de los compañeros atisbó al diputado Vidal que guiaba un tílbury, y escapó a colocarse a su lado, lanzando chillidos horrísonos. «¡Perico! ¡Perico! padre de la patria, aguárdameEl otro tuvo la felicidad de ver a su novia en carretela y fue a colocarse de pie en el estribo. Quedó Miguel solamente en espera de algún amigo; pero no acababa de pasar.

Cecilia entra en su habitación dijo Ventura. Voy ahora mismo a hablar con ella. Todo terminará y quedará en secreto... No quiero que te comprometas, Gonzalo mío añadió echándole los brazos al cuello. Gonzalo hizo un gesto de desdén. No, no; no quiero. Es mejor que yo hable con Cecilia... Aguárdame un instante...

Estará ya de punta y me recibirá. Aguárdame en tu casa, y allá acudiré á referirte mi entrevista. En casa aguardaré á V. Apresúrese, padre, porque estoy devorado por la impaciencia. Dicho esto, el fraile y D. Fadrique se levantaron y salieron juntos de la celda á la calle, por la cual caminaron en silencio, hasta que el uno entró en casa de su hermano y el otro en casa de Doña Blanca Roldán.

La buena señora le puso la suya, pálida y descarnada, sobre la cabeza, diciendo con lágrimas también en los ojos: ¡Pobre hijo mío! Aguárdame un instante. Voy a decir a ese señor lo que hace al caso. Subió la señora de Belinchón la escalera de caracol que conducía al piso segundo. Arriba tropezó con el ayuda de cámara de su huésped. ¿Qué hace el señor Duque? le preguntó.