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Bueno, bueno: ten paciencia le dijo Benina, temerosa de que se descompusiera al final de la jornada . Yo te prometo que mañana hablaremos de eso. ¿Viner Cambroneras? , te lo prometo. no golver pirroquia... Carga gente suberbiosa: Casiana, Eliseo... asco genta. pedir Puenta Tolaido... Espérame mañana... y prométeme tener juicio. Yorando, yorando .

Aún tuvo la pobre Nina que bregar un poquito con el marroquí, empeñado en que le llevara sigo; pero al fin pudo convencerle, encareciéndole el peligro de que la herida de la cabeza le trajera algún trastorno grave si no se estaba quietecito. «Amri, golver ti mañana decía el infeliz al despedirla . Si dejar solo, murierme yo migo». Prometió la anciana solemnemente volver a su compañía, y se fue melancólica, revolviendo en su magín las tristezas de aquel día, a las cuales se unían presagios negros, barruntos de mayores afanes, porque se había quedado sin un cuarto, por dejarse llevar del ímpetu caritativo de su corazón dando tanta limosna.

Les da lástima de las criaturas, sin reparar en que más honrás somos las que no las tenemos, las que estamos en la senetú, hartas de trabajos y sin poder valernos. Pero vete ahora a golver del revés el mundo, y a gobernar la compasión de los señores.

Pues, puño, con golverme por onde vine.... Así como así, pa ver lo que yo acabo de ver, morirse es mejor, cuanti más golver al servicio. ¿Qué vistes, hombre? ¡Lo último, puño; lo último que me quedaba que ver! Y créalo, tío Tremontorio: más me apesaumbra esto, que el venir con el pase del terrestre. Pero ¿qué vistes? ¡Pásmese, hombre!

Pregúntaselo a Estupiñá, pregúntaselo si lo dudas... a ver... Fortunata tenía las manos bastas de tanto trabajar, el corazón lleno de inocencia... Fortunata no tenía educación; aquella boca tan linda se comía muchas letras y otras las equivocaba. Decía indilugencias, golver, asín. Pasó su niñez cuidando el ganado. ¿Sabes lo que es el ganado? Las gallinas. Después criaba los palomos a sus pechos.

Y Buenos Aires está en América, y allí hasen farta hombres de resolusión que les digan a esos gachós de color de chocolate con plumas en la cabesa: «Ea, se acabó; ya no molestáis ustedes más a la reunión, porque no nos da la gana». Y los cazamos como conejos, y el gobierno, agradesío, nos paga a tanto la cabesa, y en unos cuantos años nos jasemos ca uno con una fortunita pa golver a la tierra.

Te pondré ahí enfrente, a la entrada de la calle de la Lechuga. ¿No n'gañar ? ¿Golver ti pronta? En seguidita que vea lo que ocurre por arriba, y si está de buen temple mi Doña Paca». Subió Nina sin aliento, y con gran ansiedad tiró de la campanilla. Primera sorpresa: le abrió la puerta una mujer desconocida, jovenzuela, de tipito elegante, con su delantal muy pulcro. Benina creía soñar.