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Alarmose la pobre mujer, advirtiendo en el rostro de su amigo grandísima turbación: contraía y dilataba los labios con vibraciones convulsivas, desfigurando su habitual expresión fisonómica; manos y piernas temblaban; su voz había enronquecido. «¿Qué tienes , Almudenilla? ¿Qué mosca te ha picado? Picar , mosca mala... Viner migo... Querer yo hablar tigo. Muquier mala ser ti...

Pues, hijo, a ver si lo sacas, que en este caso no perderías el tiempo. Pero ¡quia! no creo yo las papas que cuentas, ni las hechicerías que te has traído de tu tierra de infieles... No, no: aquí no hay salvación para el pobre; y eso de sacar tesoros, o de que le traigan a uno las carretadas de piedras preciosas, me parece a que es conversación. Si casar migo, encuentrar tesoro mocha.

«Bueno, hijo, bueno le dijo la anciana cuando terminó de cantar . Me gusta mucho tu música... Pero ¿el estómago no te dice que a él no le catequizas con esas coplas, y que le gustan más las buenas magras? Comier ... cantar... Comier yo con alegría de ser migo. ¿Te alimentas con tenerme aquí? ¡Bonita substancia! quierer ti...

Puede que en tu tierra se den esos casos; pero lo que es aquí... donde lo tienes es en los patios, en las corraladas, debajo del suelo de las leñeras, almacenes y bodegas, y, si a mano viene, empotrado en las paredes... Mismo poder yo discubrierlo él... Yo dicer ti, si quiriendo , si casar migo.

Oíd, las damas bellas, este canto, A quien ha repartido la natura De su grande valor, y bienes tanto, Que se huelga de ver ya su hechura; Causaros ha á vosotras mas espanto, Por ser de delicada compostura, Y llorareis con migo un mal tamaño, De desastrado fin y crudo daño.

Suspiraron ambos, y silenciosos subieron toda la calle de Toledo. Como Benina le ofreciese un duro para la mudanza, Almudena expresó un desinterés sublime: «No querier diniero... Diniero cosa puerca... asco diniero... quierer amri... muquier mía migo.

Al ver que las dos mujeres, después de atizarse un par de tintas, miraban burlonas al ciego y a Benina, esta tuvo miedo y quiso retirarse. «Dir no, Amri. Quedar migo le dijo el ciego cogiéndola de un brazo. Temo que armen bronca estas indinas... Acá vienen ya». Aproximáronse las tales, y pudo la Benina ver y examinar a su gusto el rostro de Pedra, de una hermosura desapacible y que despedía.

Al punto que á la lanza mano echaba El indio, Liropeya ha recordado; Mirando á Yanduballo, así hablaba: "Deja, por Dios amigo, ese soldado, Un solo vencimiento te quedaba, Mas ha de ser de un indio señalado, Que muy diferente es aquesa empresa, Para cumplir con migo la promesa."

Despídete de mi boca de rosas, y de mis ojitos como las estrellas del cielo... Y luego has de hacer todo lo que yo te mande: volverte a Madrid, y vivir en tu casita como antes vivías. Si casar migo, ... Si no casar, no. ¿Comes o no comes?

Casar migo tigo, y dirnos migo con a terra mía, terra de Sus. Mi padre Saúl, rico él; mis germanos, ricos ellos; mi madre Rimna, rica bunita ella... quierer ti, dicir hija ti... Verás terra mía: aceita mocha, laranjas mochas... carnieras mochas padre mío... mochas arbolas cabe el río; casa grande... noria d'agua fresca... bunito; ni frío ni calora».