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Y se repite el tumulto, y la cosa se pone seria, y los prudentes desaparecen, y el presidente, enronquecido ya, sube sobre la mesa y logra hacerse oír breves momentos. Señores dice : Por la centésima vez en mi vida presencio este espectáculo, hijo de la misma causa que hoy le ha promovido.

La cara no era la misma; pero la expresión ... y la voz, se le había enronquecido como la de las personas que beben aguardiente. «¿En qué piensa usted? ¿Por qué me mira tantole preguntó Guillermina, que ya estaba impaciente por terminar.

Y Aresti entró, al mismo tiempo que el capitán, el Capi como le llamaba Aresti, abandonaba su escritorio avanzando hacia él con los brazos abiertos. Te he conocido con sólo oírte, Luisillo dijo Iriondo con su voz bronca y discordante de hombre enronquecido por la continua humedad y obligado á hacerse oír entre los mugidos del viento y de las olas. ¡Ay, Planeta!... Te encuentro algo aviejado.

Un pavo real, que no se había dejado ver en todo el invierno, escalaba lentamente el caballete de un tejado, sobre todo a la tarde, como si prefiriese para sus paseos la tibieza moderada de un sol bajo; abría sobre el fondo azul del cielo la enorme cola y lanzaba penetrante grito, enronquecido como todos los ruidos que se oyen en las ciudades. Así advertía que cambiaba la estación.

Yo amo repitió con acento más concentrado ; amo con toda la desesperación de Satanás; mi amor es más ardiente, más terrible, más atormentador que el fuego del infierno: me consume, me abrasa las entrañas, es un tósigo de muerte que llevo consigo; un dardo envenenado que no puedo arrancarme. El bufón se detuvo para tomar aliento, porque de todo punto había enronquecido.

3 He trabajado llamando, mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios. 4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; se han fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qué; entonces devolví lo que no hurté. 5 Dios, sabes mi locura; y mis delitos no te son ocultos.

Vean ustedes si Pepe Vera sabe jugar con el toro clamó el joven sentado junto a Stein, con voz que a fuerza de gritar se había enronquecido. El duque fijó entonces su atención en Marisalada. Desde su llegada a la capital de Andalucía, ahora fue la primera vez que notó alguna emoción en aquella fisonomía fría y desdeñosa. Hasta aquel momento nunca la había visto animada.

Esto no podía chocarle a nadie: era de razón y de necesidad. En una de sus viradas, tropezó con el fiscal que le detuvo para decirle: Vamos, amiguito, «si buenos azotes me dan, bien caballero me iba». No hay que quejarse. ¿Lo dice usted le preguntó Leto enronquecido y algo convulso , por lo del libelo ese? Hombre respondió el fiscal recogiendo velas delante de aquel huracán a la sordina, y no.

Alarmose la pobre mujer, advirtiendo en el rostro de su amigo grandísima turbación: contraía y dilataba los labios con vibraciones convulsivas, desfigurando su habitual expresión fisonómica; manos y piernas temblaban; su voz había enronquecido. «¿Qué tienes , Almudenilla? ¿Qué mosca te ha picado? Picar , mosca mala... Viner migo... Querer yo hablar tigo. Muquier mala ser ti...