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Mi aprendizaje con el sargento Gómez lo hice pronto, y sus observaciones y los cuentos que me contaba son la materia principal de los pocos capítulos que voy a consagrar a la gente maleante con que teníamos que bregar y a la cual recién más adelante conocí, cuando, colocado ya en altura mayor que la de simple agente de pesquisas, me fue dado penetrar en las profundidades de nuestro organismo social, estudiando casos particulares.
Así en ese afanoso bregar diario por todos los senderos fue construyendo con admirable persistencia y energía no común. ¡Asombra el imaginar lo que hubiera dado este cerebro bellamente constituido si la fortuna le hubiese sido propicia y hubiera podido dedicarse por completo al estudio, sin las preocupaciones materiales que son como el grillete para el intelectual!
En una ocasión quiso hacer sorbete de piña: se decía muy perito en la fabricación de helados. Le trajeron todos los enseres de un café vecino. Después de bregar con afán bastante tiempo, salió al fin una quisicosa fea y desabrida, lo cual le entristeció tanto, que Clementina, para alegrarle, tomó sin deseo alguno una gran copa del brebaje.
Aún tuvo la pobre Nina que bregar un poquito con el marroquí, empeñado en que le llevara sigo; pero al fin pudo convencerle, encareciéndole el peligro de que la herida de la cabeza le trajera algún trastorno grave si no se estaba quietecito. «Amri, golver ti mañana decía el infeliz al despedirla . Si dejar mí solo, murierme yo migo». Prometió la anciana solemnemente volver a su compañía, y se fue melancólica, revolviendo en su magín las tristezas de aquel día, a las cuales se unían presagios negros, barruntos de mayores afanes, porque se había quedado sin un cuarto, por dejarse llevar del ímpetu caritativo de su corazón dando tanta limosna.
Que D. Amadeo, cansado de bregar con esta gente, tira la corona por la ventana y dice: «Vayan ustedes a marcar al Demonio». ¡Todo sea por Dios! exclamó Guillermina dando un suspiro y volviendo imperturbable a su trabajo. Jacinta pasó al salón, más que por enterarse de las noticias, por ver a su marido que aquel día no había comido en casa.
Convinieron en ponerse al trabajo desde la mañana siguiente. Quiso la desgracia que al otro día Primitivo descubriese en un maizal próximo un bando entero de perdices entretenido en comerse la espiga madura. Y el marqués se terció la carabina y dejó para siempre jamás amén a su capellán bregar con los documentos.
Y otros decían, con más razón aparente aunque no en el caso de él , que aquella entereza de carácter no era grandemente meritoria en quien, rico desde la cuna, no había tenido que bregar por abrirse camino, como tantos de nuestros jóvenes pobres, en pueblos donde por viejas tradiciones coloniales se da a los hombres una educación literaria, y aun esta descosida e incompleta, que no halla luego natural empleo en nuestros países despoblados y rudimentarios, exuberantes, sin embargo, en fuerzas vivas, hoy desaprovechadas o trabajadas apenas, cuando para hacer prósperas a nuestras tierras y dignos a nuestros hombres no habría más que educarlos de manera que pudiesen sacar provecho del suelo providísimo en que nacen.
Y como todo lo convertía al punto en substancia aquella impetuosa mujer: ¡Cuando te digo concluyó que no se puede vivir en este pueblo!, ¡que nos han de dejar en él sin camisa y sin salud! La verdad es refunfuñó Simón que se le acaba a uno la paciencia para bregar con esta gente. Eso te estoy predicando yo todos los días, y no me haces maldito el caso. Más de lo que a ti se te figura.
Hoy, añadiría al señor Ministro de Ultramar, es preciso variar la forma de ser de la prestación personal, y para hacerlo y hacerlo con cordura es preciso oir antes no á los que la conocen en teoría, sino á los que han tenido necesidad de estudiarla y bregar con ella en la práctica en sus menores detalles.
Descansaron seis veces. Al fin, harto ya de tanto bregar, le había tirado con decisión una estocada al pecho amagándole antes un tajo a la cabeza. No tuvo tiempo más que a poner delante el brazo izquierdo, que quedó atravesado. Creí que le había matado, porque cayó redondo al suelo. Así, así.
Palabra del Dia