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Actualizado: 4 de septiembre de 2024


Hallamos árboles grandes de sauces secos que habian traido las corrientes del rio: en tierra hallamos plantas como las del puerto de San José, apio, llanten y otras: patos, chorlitos, perdices é infinitos lobos, de admirable tamaño.

Las riquezas que algunos españoles traen ó pueden traer desde allí á nuestra Península, no aumentan más nuestro caudal que las alhajas y juguetes que hallan en un balcón los niños aumentan el caudal del honrado padre de familia que los puso allí de antemano el día de Reyes para que sus niños los tomen, ó que las liebres y perdices, que caza alguien en un coto, aumentan el caudal del propietario del coto, que para llevar y sustentar allí dichas liebres y dichas perdices, ha gastado mil y mil veces más de lo que ellas valen.

Acercóse á ellos, hízoles una reverencia, y los convidó á su posada á comer macarrones, perdices de Lombardía, huevos de sollo, y á teber vino de Montepulciano y lácrima-cristi, Chipre y Samos. Sonrojóse la mozuela; admitió el Franciscano el convite, y le siguió la muchacha mirando á Candido pasmada y confusa, y vertiendo algunas lágrimas.

Porque era ésta tan reposada y pacífica, que su sangre y sus músculos padecían. Un día le habló a su esposa de ir de caza, pues era famoso e incansable cazador. Venturita no se opuso, con tal que la llevase consigo. Así se convino. Salieron una mañana en busca de un bando de perdices, de cuya existencia sabía Gonzalo desde el día en que había llegado a Tejada.

La planicie del terreno favorece estos riegos naturales, que serán con el tiempo un manantial de riqueza para los que vengan á explotarlo. "Estos parages abundan de perdices, palomas, avutardas, patos, lievres, venados, etc."

Levantábase de madrugada, tomaba la carabina, llamaba a los perros y lanzábase al través de los campos, llegando la mayor parte de los días a la noche, rendido, con algunas perdices en el morral y un hambre de caníbal. Cuando las excursiones eran más cortas, Cecilia le acompañaba, según le había prometido.

Departiendo despues amigablemente sobre el carácter de esta maravillosa ciudad, hemos convenido en que no extrañariamos que el mejor dia se levantara aquí un edificio suntuoso, con el título de PALACIO DEL MERCADO. Tal es la comezon que tienen los franceses por relucir, que no nos causaria sorpresa ciertamente que dieran un palacio á los conejos y á las perdices; á la manteca y á los huevos; á las coles, á las patatas y á los rábanos.

En estos tiempos tan desmoralizados no se puede recomendar a nadie. Otras mañanas iba con esta monserga: «¡Cómo está hoy el mercado de caza! ¡Qué perdices, señora! Divinidades, verdaderas divinidades». No más perdiz. Hoy hemos de ver si Pantaleón tiene buenos cabritos. También quisiera una buena lengua de vaca, cargada, y ver si hay ternera fina.

Era el tiempo propicio: días claros y frescos: la gentil cazadora los empleaba corriendo por el monte a tiros con las perdices y conejos. Corre, corre, hija mía le decía don Germán viéndola llegar sudorosa y jadeante a casa . Aprovéchate de que el pobrecito aún pesa poco. Clara sonreía ruborizada. Su estado interesante ya era conocido en la casa y empezaba a ser visible para los de fuera.

Yo he pertenecido a él y le debo mi buena crianza. ¿Y qué pasa en el ejército? Pues que los soldados son los más, y comen rancho y se joroban, y los oficiales, que son menos, y muchos menos los coroneles y los generales, comen perdices o lo que se les antoja, y viven mejor.

Palabra del Dia

jediael

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