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Actualizado: 10 de junio de 2025
¿Qué demonio, qué demonio vas a hacer ahora metiéndote en León? exclamaba Perico . Tiempo tendrás de sobra, de sobra, para aburrirte... mira, aprovéchate ahora.... ¡Si estás muy bueno! Diez años, diez años te quitaron de encima las tales aguas. Ya sabía el pícaro lo que se hacía.
El lujo, sea como sea; el lujo democratizado, al alcance de todos, conseguido por el dinero, que no tiene sabor, ni olor, ni marca de origen. Tú eres el omnipotente que puede dar el «auto» de buena marca y la sarta de perlas continuaba Castro . Tú eres el sultán de las magnificencias. Te basta poner tu firma en un cheque para que una lluvia de oro doble una cabeza. ¡Aprovéchate!
Se alzó de la silla y, acercando su rostro al de la joven, le dijo con frase lenta y amenazadora: ¿Sabes, chiquilla, que ya me voy atufando, y que si llegas á sacarme de mis casillas habrá que sentir? Lo sentiré por última vez, te lo juro. Pégame, mátame... aprovéchate ahora, porque en cuanto ponga el pie en la calle se concluyó todo. El guapo la miró fijamente y en silencio.
El público le excitaba a ello. Entre los hombres puestos de pie en la contrabarrera, con el cuerpo echado adelante para no perder un detalle del momento decisivo, reconoció a muchos aficionados populares que comenzaban a apartarse de él y volvían ahora a aplaudirle, conmovidos por su muestra de consideración al «pueblo». ¡Aprovéchate, güen mozo!... ¡Vamo a ve la verdá!... ¡Tírate de veras!
Era el tiempo propicio: días claros y frescos: la gentil cazadora los empleaba corriendo por el monte a tiros con las perdices y conejos. Corre, corre, hija mía le decía don Germán viéndola llegar sudorosa y jadeante a casa . Aprovéchate de que el pobrecito aún pesa poco. Clara sonreía ruborizada. Su estado interesante ya era conocido en la casa y empezaba a ser visible para los de fuera.
Si hubieras hecho lo que yo te aconsejé... Yo te decía: «Guarda, aprovéchate; sácale a ese hombre el redaño y ve poniendo en el Monte para el día de mañana...». Pero tú, grandísima pandorga, con gastar y gastar... Aquí parece que siempre está la gata de parto, según se gasta y derrocha. ¡Tía, dos mil! Dos mil puñales... Ande usted... No, no te caerá esa breva.
Palabra del Dia
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