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Su habilidad suprema en el manejo de la pistola le ponía en condiciones de saciar este deseo, pero al mismo tiempo despertaba en su conciencia ciertos leves escrúpulos que procuraba sofocar por medio de reflexiones más o menos fundadas. «Nanín es un gran cazador se decía . Conoce admirablemente el manejo de la carabina. ¿Por qué no ha de tirar también la pistola

Pasados algunos días, el suceso trascendió á todo el concejo y llegó á oídos de Flora que habitaba con sus abuelos un molino apartado un tiro de carabina del pueblo de Lorío. Y así como lo supo quiso hacer una visita á su amiga D.ª Robustiana y enterarse de si era tan grave la enfermedad como la pintaban.

Así precipitadamente, ocultó donde mejor pudo una espuerta de monedas recién blanqueadas, tomó capa y sombrero, y, armándose de una carabina, se arrojó por un tejado á un solar inmediato.

Kasper, en menos que se dice, había vuelto a cargar la carabina; pero, al mismo tiempo, los cosacos que estaban a pie saltaron sobre sus caballos y se precipitaron por la pendiente del Hartz, marchando en fila como los corzos y gritando con voz terrible: ¡Hurra! ¡Hurra!

Por el momento, los sublevados sólo pudieron gritar: «¡Han violado la ConstituciónPero ellos, por su parte, también deseaban violar algo; y como en toda sublevación mejicana bien ordenada y que se respeta, empezaron por asaltar, carabina en mano, las tiendas de los extranjeros ó á derribar sus puertas si estaban cerradas, llevándose el dinero y los géneros.

Lo único original allí era que Fulgosio juraba que su honor de soldado no le permitía autorizar un simulacro de desafío, y que el duelo a pistola y a tal distancia y a la voz de mando sin apuntar y entre dos primerizos, pues primerizo era también Mesía a pistola, sería la carabina de Ambrosio. Bedoya pensó que don Víctor era buen tirador, pero no se atrevió a presentar objeciones a su colega.

Tristán también corría los montes, si no con la carabina al hombro, al menos con un libro en la mano. Placíase en tenderse en el fondo de las cañadas a la sombra de los sauces y pasar allí largas horas saboreando a ratos las páginas de algún escritor admirado, a ratos escuchando los gorjeos de los pájaros, el manso ruido del viento en los árboles y el rumor cristalino de las aguas corrientes.

Uno de nosotros se acercó a preguntar a un obrero de luenga barba, que iba armado con carabina de caza, por D. León. «D. León... D. León... ¿qué se yo quién diablos es D. Leóndijo sin detenerse; y volviéndose a los pocos pasos, exclamó en tono áspero: «¡Eh, chiquillos, metéos pronto en casa, no vaya a suceder una desgraciaLos tres alumnos del colegio del Salvador seguimos por la calle de la Magdalena hasta la plaza del Progreso.

Ahora vió á dos hombres: el mismo de antes, que continuaba sentado en el suelo con su carabina sobre las rodillas, y frente á él, de pie y sin otras armas que las del cinto, un gaucho al que reconoció inmediatamente, pues era Manos Duras. Hablaban los dos, pero no pudo oir sus palabras por ser grande la distancia que le separaba de ellos. Esto hacía inútil su observación por el momento.

El tal Campistrón hace de todo, desde el primer papel de una tragedia heroica hasta el tirador de carabina que rompe huevos sobre la cabeza de su hijo, como Guillermo Tell; ó el exhibidor de perros sabios, ó el que rompe cadenas... Es un tipo asombroso. En provincias ha cantado de tenor de fuerza.