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Ver partir a doña Jacinta era quedarse Adoración sin alma, y Severiana tenía que ponerse seria para hacerla entrar en razón. Aquel día le llevó la dama unas botitas muy lindas, y prometió llevarle otras prendas, pendientes y una sortija con un diamante fino del tamaño de un garbanzo; más grande todavía, del tamaño de una avellana.

Don Quijote se lo prometió, en nombre de los demás, y él, con este seguro, comenzó desta manera: «Mi nombre es Cardenio; mi patria, una ciudad de las mejores desta Andalucía; mi linaje, noble; mis padres, ricos; mi desventura, tanta que la deben de haber llorado mis padres y sentido mi linaje, sin poderla aliviar con su riqueza; que para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de fortuna.

Menchaca no estaba dispuesto a casarse, ni tampoco a dejar a Hortensia. La llenó de regalos y de joyas. Ella dijo que no a todo. O su mujer o nada. Menchaca prometió hacerla su mujer y Hortensia cedió. En el momento del matrimonio, Menchaca, que era voluble, se escapó del pueblo, dejando a Hortensia embarazada.

Algo más duró el importante diálogo; pero don Gil, viendo que no sacaba partido de las tres pécoras, varió de asunto, aunque con poca fortuna, porque sus amigas le mostraron mucho despego durante toda la visita. Al fin determinó marcharse; se levantó, hizo mil cortesías, les reiteró su respeto y admiración, prometió volver pronto, y se fué.

4 y fue, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los capitanes, de cómo se lo entregaría. 5 Los cuales se alegraron, y concertaron de darle dinero. 6 Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle a ellos a espaldas del pueblo. 9 Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?

Cuando, al presentarse el mayordomo, vio que intentábamos forzar la puerta de la princesa, se puso enfurecido como jamás le he visto: con una cólera de cordero rabioso. Nos faltó al respeto, amenazándonos con llamar al comandante para que nos metiese en la barra. A me prometió cambiarme de camarote hoy mismo, para que no repita mis intentos.

No traigas vino, pues ya sabes que yo no lo gasto por ahora. El médico me dice que tome un dedito de Jerez; pero no lo compres. Si doña Tula te manda las dos botellas que te prometió, lo tomaré; si no, no. Si Candidita sigue viniendo por las mañanas y es forzoso darle la jicarita de chocolate... ¿Me podrá oír? No, no hay nadie.

23 retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos los unos a los otros para provocarnos a la caridad, y a las buenas obras; 25 no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Recibió Puñonrostro con mucha cortesía y respeto al señor canónigo, hízolo pasar á sus habitaciones, y cuando ya estaban sentados frente á frente, le dijo de pronto: «Vuesa merced ha de saber que cierta mujer se me ha encomendado y me ha dicho cómo vuesa merced se aprovechó de ella y que le prometió no qué dinero para su casamiento y nunca se acordó vuesa merced de cumplir la palabra que dió

El Condesito y ella quedaron, en apariencia, al menos, muy amigos. Tuvo él que venir a Madrid para negocios, y prometió a Elisa ir a Biarritz a pasar el verano. Ocurrió, estando en Madrid el Conde, la aparición de doña Beatriz y de Inés en los Jardines del Buen Retiro; el empeño del Conde en conocerlas y tratarlas, y cuanto a la larga hemos ya referido.