United States or Saint Lucia ? Vote for the TOP Country of the Week !


No se pasaron muchas horas sin que dos caballeros, padrinos del director de La Monarquía, viniesen a exigir al de La Independencia una satisfacción personal. Mendoza, pálido y tembloroso, les contestó que él no era el autor del artículo, y les prometió que en el número del día siguiente saldría una rectificación.

La prima mostrose complaciente y dispuesta a llevarle lo que le hiciese falta en seguida. Andrés le suplicó que guardase el secreto y lo prometió. Quedaron convenidos en que mientras ella subía al establo en busca de Rosa, él se quedaría en el pueblo para disimular. Y, en efecto, comenzó a pasear por la calle, al intento de que le viesen.

El caso es que mi hermana alabó mucho mis resoluciones, y hasta me prometió hacer un viaje a España con todos sus hijos, ya que a su marido no le podía arrancar de sus ingenios y cafetales ni con agua hirviendo, sólo con el fin de vivir conmigo una buena temporada en la casona tan pronto como yo la dijera que ya se hallaba habitable.

A esos que hablan de revoluciones del pobre los creo, como siempre, unos escandalosos perturbadores, pero en algunas cosas no les falta razón. Aún habló el señor José largamente, mezclando las desilusiones de su vida con los pesares que le daba el rebelde Barrabás. Isidro le prometió que aquella misma tarde iría a ver al muchacho.

Muy satisfecho Longino del encargo delicadísimo que su señor acababa de confiarle, prometió hacer prodigios de destreza para que nada se divulgase y para que todo se lograse.

Mira, tienes varios caminos: o te casas con el estampador de la calle de Juanelo, o te vas en busca de aquel Sr. Botín de otros tiempos y le pides el estanco que te prometió. Pondremos estanco y cacharrería en dos tiendas juntas de una buena calle, y no habrá quien nos tosa... Pero en mi casa no entran pantalones; ¿te conviene? Otra cosa te propongo. ¿Quieres ser ama de cura?

Llevaba la proa á Trípol, y el tiempo los hizo descaer á Malta. Allí, en el Gozo, tomó la armada un maltés que había poco que faltaba de los Gelves, y fué tan ruin y tan mal cristiano, que porque le prometió el Bajá libertad, dió nueva de nuestra armada y le dijo de la manera que estaba, y le dió orden para que se pudiese aprovechar mejor de nuestras galeras.

Lo manifestó así a la portadora, y con este motivo entró en una agradable conversación, que degeneró en charla bullanguera. Cuando se despidieron eran lo más amigos, y ella prometió volver al día siguiente a traerle nuevas luces, cosa de que él no dudaba, mirando sus hermosos ojos pardos, dulces y tiernos. Las visitas, para darle datos, se repitieron unos seis u ocho días.

¡Oh, cuerpo de ! -dijo Sancho-, que va vuestra merced muy errado en esta cuenta, porque en lo de la promesa de la ínsula se ha de contar desde el día que vuestra merced me la prometió hasta la presente hora en que estamos. -Pues, ¿qué tanto ha, Sancho, que os la prometí? -dijo don Quijote. -Si yo mal no me acuerdo -respondió Sancho-, debe de haber más de veinte años, tres días más a menos.

Lo primero que hizo el juez fué condenaile á pagar diez mil duros por la bulla que habia metido: oyóle luego con mucha pachorra, le prometió que exâmininaria el asunto así que voliera el mercader, y exîgió otros diez mil duros por los derechos de audiencia.