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Daban estos gritos dos mozas en cueros, que corrian con mucha ligereza por la pradera, y en su seguimiento iban dos ximios dándoles bocados en las nalgas. Movióse Candido á compasion; habia aprendido á tirar con los Búlgaros, y era tan diestro que derribaba una avellana del árbol sin tocar á las hojas; cogió pues su escopeta madrileña de dos cañones, tiró, y mató ámbos ximios.

-Yo iré y volveré presto -dijo Sancho-; y ensanche vuestra merced, señor mío, ese corazoncillo, que le debe de tener agora no mayor que una avellana, y considere que se suele decir que buen corazón quebranta mala ventura, y que donde no hay tocinos, no hay estacas; y también se dice: donde no piensa, salta la liebre.

Posteriormente, esta sección dejó el título de Gacetilla que llevaba por el de Novelas a la mano, que le puso don Rosendo a imitación de las célebres Nouvelles a la main del Fígaro. Cerraba el periódico una charada en verso, que, si no recordarnos mal, era la palabra avellana.

Se baten muy bien las claras con los azucarillos hasta que estén duras; se tiene antes batida la nata hasta que quede muy espesa; después se juntan las dos cosas, se echa luego el coco y se pone en hielo cuatro horas sin moverlo. Lo mismo se hace biscuit de avellana y de vainilla; el de café se cuece antes con un poco de leche y se echa al final como el coco.

, , pero vosotros cogéis un caudal de avellana y nosotros muy poca... Además, ¡criáis un ganado!... ¡Qué ganado, Virgen! En ninguna parte lo he visto tan lucido. Nolo se resistía á concederlo por modestia. Ella insistía, preguntaba por todas las vacas que conocía perfectamente, se interesaba por las que habían parido y quería saber el sexo de la cría y si estaban gordas ó flacas.

Era el vino barato, el Jerez ordinario, que para envejecerse rápidamente era expuesto al calor solar. Fermín recordaba la suma de tiempo y trabajo necesarios para producir un buen Jerez. Diez años eran precisos para criar el famoso vino: diez fermentaciones fuertes se necesitaban para que se formase, con el perfume selvático y el ligero sabor de avellana que ningún otro vino podía copiar.

HELADO DE AVELLANA. Se hace una crema como para mantecado, se mezclan avellanas tostadas y molidas, se pone en la garrafa y se hiela. MANTECADO CON FRUTAS. Hágase el mantecado según fórmula y mézclense bien frutas muy picadas y confitadas, poniéndose en la heladora. HELADO DE ALMENDRA. Hágase una crema como para el mantecado, mézclese almendra tostada y molida, y póngase a helar.

Era de aquellas mujeres que dicen locuras a todas horas, pero que no las hacen más que con su cuenta y razón; muy capaz de arrojar un millón por el balcón para que le entrasen dos por la puerta, pero demasiado prudente para cascar una avellana con los dientes. Sus antiguos admiradores de Tolón apenas si hubieran podido reconocerla: tanto había cambiado, o, por mejor decir, ganado.

Parece chino el palacio de Anam, con sus maderas pintadas de rojo y azul, y en el patio un dios gigante del bronce de ellos, que es como cera muy fina de color de avellana, y los techos y las columnas y las puertas talladas a hilos, como los nidos, o a hojas menudas, como la copa de los árboles.

El aldeano se asomó a la caja de la escalera y gritó: Ángela, di a Rosa que venga en seguida... Está en la huerta escogiendo avellana... La fisonomía del indiano se nubló al pensar que iba a encontrarse frente a la joven. Por primera vez se le ocurrió que podía ser desairado. No tardó en presentarse Rosa. ¿Qué me quería, padre?