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El prelado se equivocaba. El Cielo le ayudaría a descubrir aquel secreto, y su instinto y su conocimiento del corazón humano completarían la =obra=. La abadesa de Santa Cruz presentole a la mañana siguiente la petición de una de sus novicias para que acelerase la época de profesar, la cual, al mismo tiempo, rogaba al prelado le concediese oír su confesión.

Mírame con compasión... Apagóse aquí la voz de Diógenes, y oyóse tan sólo la temblorosa vocecita de Monina, que por un infeliz error o por una inspiración del cielo, equivocaba el último verso: ¡No le dejes, Madre mía! Diógenes ya no la oía: comenzaba entonces el estertor, y su angustioso resuello interrumpíase a veces por más de un minuto.

»Creí comprender algo, que no me molestaba ciertamente, porque no estaba reñido con el recuerdo que llenaba mi memoria e informaba entonces todos mis pensamientos; pero, por si me equivocaba, respondí a mi madre que no.

Bajó el joven en seguida, y al verle entrar el padre de Magdalena se adelantó hacia él con los brazos abiertos, exclamando: ¡Gracias, hijo mío! Ya confiaba yo en ti y sabía que no me equivocaba al contar con tu valor. Amaury respondió a esta lisonja con un triste movimiento de cabeza, y sonriéndose con amargura se disponía a replicar cuando entró Antonia, llamada también por su tío.

Pensé al principio que me equivocaba... después procuré disimular mis manos coloradas, luego tuve un acceso de tos... Me traté de animal, de fatuo, pensé en marcharme, y, por último, me puse a contemplar fijamente, todo aturullado, el fondo de mi taza... ¡como una jovencita!

Además se consideraba feliz porque Ra-Ra parecía contento. La fe de éste en la victoria de los hombres había acabado por sentirla ella igualmente, traicionando por amor los intereses de su sexo. Ahora creo de un modo indiscutible, gentleman dijo en voz baja , que Ra-Ra no se equivocaba al hablarnos de su triunfo.

Ahora no por qué me encontraba tan dichoso, porque desde entonces nada ha cambiado en , ¡y, sin embargo!... ¡Qué difícil de comprender es el hombre! Este bienestar de que yo gozo aquí, prueba por lo menos que no me equivocaba cuando te escribía que la paz del campo convenía a maravilla a mi situación actual y cuando yo concretaba toda mi felicidad en dejar transcurrir oscuramente mis días.

Lo que desconcertó a Rubín cuando creyó concluida su faena, fue la aprensión de advertir que la hucha nueva no se parecía nada a la sacrificada. ¿Cómo antes del crimen las vio tan iguales que parecían una misma? Error de los sentidos. También podía ser error la diferencia que después del crimen notaba. ¿Se equivocó antes o se equivocaba después?

»Una vez leí que el amor no es uno solo, y me pareció que el escritor mentía o se equivocaba, pues yo creía que no hubiese más que un modo de amar. No: el escritor tenía razón. El efecto de entonces no se parece al tumulto de hoy: Luis, que tenía más experiencia que yo, lo sabía y no se contentaba con lo que yo le daba. Dudaba de mi amor porque no lo veía impetuoso y vehemente.

Si por olvidar entendía Lituca dejar de sentir hondamente, entendía muy bien, porque el corazón humano, tierra miserable al fin, necesita del concurso de los sentidos para conservar el calor de los afectos que le animan, y aun así se apaga la hoguera con el tiempo; pero si por olvidar entendía borrar de la memoria, se equivocaba grandemente en aquel caso.