United States or Peru ? Vote for the TOP Country of the Week !


Van-Stael no se equivocaba: a través de las plantas acuáticas se veía caminar por los bancos de arena unos animales raros, de forma redonda, un poco alargada, y provistos de patas cortas que parecían salir de una especie de escudo. ¿Qué es eso? preguntaron Cornelio y Hans. Tortugas dijo Van-Stael. En Timor nunca he visto semejantes bichos, tío dijo Cornelio. Pues los hay.

Sobrino, al fin se sale usted con la suya; me quedo con el fichú». Estas y otras frases, todas referentes a adquisiciones, matizaban el charlar loco de aquel día. Llegó el grande hombre. Rosalía no se equivocaba al suponer que la primera visita de él, y después de quitarse el polvo del camino, sería para sus amigos de Palacio.

Pero era la sombra constante de mi presencia, la proximidad del hombre á quien más vilmente había ofendido, y que vive tan solo merced á este veneno perpetuo del más intenso deseo de venganza. ¡; por cierto! No se equivocaba, tenía un enemigo implacable junto á . Un mortal, dotado en otro tiempo de sentimientos humanos, se ha convertido en un demonio para su tormento especial.

En aquel momento la palidez de Clara aumentó súbitamente, porque creyó que sentía abrir la puerta de la escalera; pero Claudio la tranquilizó diciéndole que se equivocaba. No temas nada dijo prestando atención; nadie puede venir. ¿Pero á qué está usted aquí más tiempo? dijo ella, repuesta del susto. ¿No le he dicho ya lo que quería saber? , y me voy. Ahora , me voy; pero es para volver.

Le faltaban las fuerzas; ¡pero de qué manera!, y hasta la vista parecía amenguársele y pervertírsele, porque veía los objetos desfigurados y se equivocaba a cada momento, creyendo ver lo que no existía. Se asustó mucho y llamó; pero nadie vino en su auxilio.

Con todo ¿y si se equivocaba en su estimación? ¿Si bajo aquella elegante envoltura no encontraba luego más que una naturaleza de petimetre sin más propósito que disfrutar de los placeres del mundo, y cuidar en sus horas frívolas de su toilette esmerada y de la elegancia de sus ademanes? Agitada por estos pensamientos indecisos y contradictorios la sorprendió el sueño.

Pero no, Diana se equivocaba; Huberto, desde la noche que les fue presentado en el Casino, pareció conquistado; María Teresa recordaba que la había mirado con insistencia e invitado para todos los valses.

Se entregó por entero a su dolor, sollozando en alta voz, y llorando en tal abundancia, que las lágrimas le empapaban las mejillas. Mathys, que la creyó ofendida por su negativa, trató de hacerla comprender que se equivocaba.

Tantos y tan frecuentes parabienes recibía la señora Bonnivet por la belleza de su sobrina, que se decidió a hacer algunos sacrificios, con objeto de educarla: la hizo entrar en una escuela gratuita, donde aprendió a leer y escribir; brillante progreso cuyas ventajas no tardó en apreciar la señora Bonnivet, que en sus funciones de portera difícilmente descifraba los sobres de las cartas y equivocaba constantemente los periódicos que debía entregar a los inquilinos.

El que apostaba por ellos me dijo después con su filosofía de palurdo: «Estaba seguro de mis muchachos: el animal, cuando ve satisfecho su apetito, ya no quiere más, y el hombre, como tiene amor propio, puede seguir comiendo hasta que reviente». Y no se equivocaba: dos de ellos me dieron mucho que hacer, y á los pocos días, el cura de Gallarta montado en su burra blanca, los acompañó cantando hasta el cementerio.