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Tengo aquí y se dio una puñada en la negruzca frente una cosa que rebulle, pero que aún no sale por más que hago.... Saldrá, como usted me enseña, cuando llegue el mismísimo punto resfinado de la ocasión.... Y blandiendo el brazo derecho repetidas veces de arriba abajo, como un sable, añadió en voz hueca: Fuera miedo. ¡Se gana!

Le tenía miedo al vino: había perdido la costumbre de beberlo. En el campo no siempre lo encontraba. Además, el vino era el peor enemigo para un hombre como él, que necesitaba vivir muy despierto y en guardia. Pero aquí estás entre amigos decía el picador . Haste cuenta, Plumitas, que estás en Seviya bajo el mismisimo manto de la Virgen de la Macarena.

El autor de la obra no se había andado con tafetanes, apelando muy á menudo á recursos heróicos. Tan luego como un diálogo se hacía difícil, un monólogo se agotaba, ó una escena no tenía fácil salida, el autor la encontraba bien sencilla en el momento, y al efecto se dió un caso en que la reina mora no sabiendo qué decir, roba en pleno consejo ante el mismísimo rey cristiano una princesa.

Distribuídos éstos con las más exquisitas precauciones, á fin de que los objetos de nuestras atenciones no fuesen indignos de la dignidad de la fiesta, llegábase uno con la credencial á la huerta de Aspeazu, ó á la de mi amigo Mazarrasa; y allí estaba lo bueno; es decir, un gran cuadro de terreno al aire libre, cuidadosamente sorrapeado y regado; dos docenas de farolillos de vidrio y hoja de lata, fijos sobre otros tantos mangos de cabretón, que le circuían; ocho ó diez músicos agrupados en un ángulo, y el mismísimo repartidor, que guardaba la puerta y recibía los billetes.

Semejantes tumultos siempre eran provocados por alguna palabra suelta que no era del agrado de la fracción a la cual se dirigía. En ocasiones se discutían hechos, o se desenterraban expedientes, tras de los cuales aparecía la honra de algún diputado enemigo en el mismísimo traje que llevar suelen a la cárcel o a presidio los reos vulgares.

Precisamente una de las primeras víctimas de su intemperancia fué el mismísimo P. Procopio, que á las pocas semanas del famoso capítulo mencionado reventó como una bomba..... Quien no conozca á los frailes, quizá imagine que este trágico ejemplo pudo introducir en ellos alguna enmienda; sin embargo, en honor de la verdad debo decir que no la hubo.

No hablo del pie, borrico; el pie ya yo lo que vale; hablo de las botas.... Te pregunto si sabes quién tiene otras iguales. ¿Yo?, cómo he de saber.... Pues no hay más que estas y otras vendidas; me lo ha dicho Fuejos, el mismísimo zapatero, tu amigo Fuejos. No ha vendido más que estas y las de la tiple. Y por eso te preguntaba yo... alcornoque. Tienes una memoria como un madero.

Casi todos los días salía a luz una gacetilla que se titulaba, por ejemplo: ¡Esas palomas! o ¡Fuego en ellas! y en una ocasión el mismísimo don Saturnino Bermúdez escribió su gacetilla correspondiente que se llamaba a secas: Meretrices, y acababa diciendo: «de la impúdica scortum».

Ese gachó se lleva toas las parmas esta noche. Era el capitán Chivo, un gitano cantaor que había llegado por la mañana del mismísimo París, fiel a la disciplina militar, para ponerse al frente de sus soldados. Faltar a este llamamiento del deber era renunciar al título de capitán que ostentaba el Chivo en todos los carteles de los music-halls de París donde cantaba y bailaba con sus hijas.

Tan de firme creía en la santidad de D. Luis y en su misticismo. ¡Me quiere! dijo otra vez Pepita, contestando a aquella incrédula mirada. ¡Las mujeres son peores que pateta! dijo el vicario . Echáis la zancadilla al mismísimo mengue. ¿No se lo decía yo a Vd.? ¡Yo soy muy mala! ¡Sea todo por Dios! Vamos, sosiégate. La misericordia de Dios es infinita. Cuéntame lo que ha pasado.