Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de junio de 2025
En fin, después de pensar en todo esto, y cuando la metieron en una gran sala, ahogada y fétida, donde había ya como un medio centenar de ancianos de ambos sexos, concluyó por echarse en los brazos amorosos de la resignación, diciéndose: «Sea lo que Dios quiera.
No obstante, Nucha, con paso resuelto, fue derecha al caos húmedo y medroso, y, con la voz ahogada y conmovida de los que acaban de obtener un gran triunfo sobre sí mismos, gritó: Aquí está el arcón.... Que me lo suban después.... Salió muy animada, satisfecha de su resolución, vencedora en la lucha cuerpo a cuerpo con el caserón que la asustaba.
Vaciló; pero fue obra de un instante: carraspeó para afianzar la voz y exhaló un: Lo juro. Hubo un momento de silencio en que sólo se escuchó el delgado silbo del aire cruzando las copas de los olmos del camino y el lejano quejido del mar. ¿Por el alma de su madre?, ¿por su condenación eterna? Baltasar, con ahogada voz, articuló el perjurio. ¿Delante de la cara de Dios? prosiguió Amparo ansiosa.
Y creías que no me iba a desquitar... cornudo! ¡Ajá! Mírame... no se te había ocurrido nunca, ¿eh? ¡Ah! y se llevó las dos manos a la garganta ahogada. Pero cuando Kassim se iba, saltó de la cama y cayó, alcanzando a cogerlo de un botín. ¡No importa! ¡El brillante, dámelo! ¡No quiero más que eso! ¡Es mío, Kassim miserable! Kassim la ayudó a levantarse, lívido. Estás enferma, María.
Eraso, ve usted esta línea? Como no recibiera contestación volvió a decir: ¿Ve usted esta línea? Pues las fuerzas de usted no me han de pasar de esta línea... aquí. Alzando entonces los ojos vio a su hermano, y fue tal su sorpresa que se le cayó el lápiz de la mano y estuvo como lelo bastante tiempo. ¿Ya estás aquí otra vez? dijo con ahogada voz. Parecía tener miedo.
Melchor lo rompió temblorosamente y abriendo enormes sus grandes ojos azules, mientras lo espiaban anhelosos Lorenzo y Ricardo, prorrumpió con la voz ahogada por la emoción: De Clota... ya vengo... voy a contestarle. ¿El recibo?... señor... le reclamó el mensajero. ¡Ah... es cierto! ¿Tienes lápiz, Lorenzo? No. Yo tengo dijo Ricardo.
Las numerosas casillas de la hoja aparecían cubiertas de sellos, excepto dos de ellas que estaban en blanco; en ambas decía arriba: Masónico, y abajo: Marqués de Sabadell. Los sellos habían desaparecido, y notábanse sobre la fina vitela las asperezas de la goma con que habían estado sujetos. Jacobo, con voz ahogada y gesto de medrosa ansia, dijo entonces: El otro... el rojo... ¿Dónde está?...
Todo sea por Dios dijo, con emoción el viejo, al ver que Isidora se interrumpía para llorar . Pero ¿qué es eso, hija mía, comparado con lo que Cristo padeció por nosotros? Mi madre murió en aquellos días prosiguió Isidora, casi completamente ahogada por el llanto . Aquel día, ¡oh Dios mío, qué día!, mi padre hizo los disparates más atroces; no lloró, no se afectó nada.
¿No sería posible conservarlo, señor Lorquin, para dar de comer a mis hijos? ¡Es lo único que tengo! No; el hueso está triturado y no se puede reducir. Encienda usted la pipa, Despois. Ten, Nicolás, fuma, fuma. El desgraciado comenzó a fumar sin ninguna gana. ¿Estamos? preguntó el doctor. Sí respondió Nicolás con voz ahogada. Bien. ¡Cuidado, Despois! ¡Lave usted!
Una amarga sonrisa plegó los labios de la señora de Freneuse. La pobre madre dejó al visitante contemplar un rato el lienzo y dijo con voz ahogada y casi sin timbre: Ahí tiene usted lo que él era. ¿Cómo estará ahora? ¿Qué habrán hecho de él?
Palabra del Dia
Otros Mirando