Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de junio de 2025


Al día siguiente volvió y me compró otro «marinero». Charlamos; era muy amable; le confieso que me gustaba mucho. ¡He aquí que, a los tres días, vuelve y me compra el tercer «marinero»! Esto principia a inquietarme. Me muestro más reservada y él no se desanima. Todos los días, a la misma hora, se presentaba y me compraba el mismo trajecito.

Usted las encontraba enfáticas y exageradas, y ahora las echa de menos. ¡He ahí lo que son las mujeres! Sea; somos variables, y es difícil contentarnos; ya ve usted, me adelanto a sus reproches. Pero volvamos al asunto que yo quería abordar ante este cielo lúgubre. Razón tengo en inquietarme, pues me anuncia una conversación en armonía con el tiempo, y reconoce que es lúgubre.

El recuerdo de Elena suele inquietarme frecuentemente, y la veo, en la transparencia de la evocación, con el hechizo de sus ojos garzos y de su cabellera magdalénica. Y en el ritornello de la vida pasada surge un episodio canallesco: la memoria punzante y angustiosa de una noche en que uno de estos pintorescos rufianes madrileños golpeó brutalmente el pecho hundido y flácido de la desventurada.

El arca de hierro donde está el dinero de don Juan la tiene el mayordomo mayor del rey, y me será entregada, según me han dicho, para que yo responda de ella á su dueño. Además, ese bribón de sargento mayor que había llegado á inquietarme, ha muerto.

El forestal, envanecido de absorber por completo la atención de su superior, le iba dando toda clase de noticias técnicas. Y hacía más de un cuarto de hora que hablaba, cuando Delaberge, al través de las prolijas frases de su subordinado, oyó a la señora de Voinchet que decía: ¡Ah! por fin... Ya comenzaba usted a inquietarme... Muy tarde llega, amiga mía.

La vida femenil de sus pinturas es tan real, que llega hasta inquietarme, pues me hace presentir que las figuras van a salir del lienzo para hablarme. En el estudio, lleno de tristeza, la mujer y la fiera son tan bellas, que parece tangible su belleza cual si la vida palpitase en ellas. Y a las primeras horas vespertinas, cuando solas están mujer y fiera, los ojos del felino tienen quedas

Ya lo he hecho durante un ratito contestó Nieves ; pero me he levantado para preguntarle a usted una cosa que ha empezado a inquietarme bastante... Como yo hasta ahora no he tenido el juicio para nada... En primer lugar, ¿por dónde vamos ya? Entrando en el puerto. Y cuando lleguemos al muelle, ¿cómo salgo yo de aquí, Leto? Porque no he de salir en mantillas. ¿Ha pensado usted en esto también?

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando