United States or Bermuda ? Vote for the TOP Country of the Week !


No, hija.... Ya sabes que soy un pobre aldeano... y he llegado ayer al anochecer. No hice más que acostarme. ¿Por qué no te viniste acá en derechura, descastado? ¿A alborotaros la casa de noche? Aunque salgo de entre tojos, no soy tan mal criado como todo eso. Vamos, pues hoy tienes que ver alguna notabilidad.... Y no faltar al paseo.... Hay chicas muy guapas.

Mientras tanto, Fontenoy decía á Torrebianca, rehuyendo la mirada de la mujer de éste: ¡Una verdadera casualidad!... Salgo de una comida con hombres de negocios; necesitaba distraerme; vengo aquí, como podía haber ido á otro sitio, y los encuentro á ustedes. Por un momento creyó Robledo que los ojos pueden sonreir al ver la expresión de jovial malicia que pasaba por las pupilas de Elena.

Hombres y caballos se hunden; pero yo salgo sano y salvo. ENRIQUE. ¿Qué tienes? ELSA. Nada. Me había parecido oír algo. Decías que un río te había atajado el camino... ENRIQUE. Luego, unos hombres nos atacan. Una batalla sangrienta sobreviene; pero logramos abrirnos paso. ELSA. ¿Y después? ENRIQUE. Atravesamos una ciudad ardiendo. Creo que nunca voy a salir de ella.

Si llega a desearlo... replicó la señora de Maurescamp arrugando su frente en signo de reflexionar... Pues bien, veamos... mañana a la tarde... después de comer... Justamente... mañana a la tarde no salgo... Yo lo informaré, y estad segura de que os adora.

Con todo esto, callaré, y no le diré nada, por ver si salgo verdadero en sospechar que no ha de tener efecto la diligencia hecha por el señor Carrasco. El cual respondió que ya una por una estaba en buen punto aquel negocio, de quien esperaba feliz suceso.

¿Y qué importa? yo me he guardado muy bien de amar. Pero... lo que yo quería está ya conseguido: eres toda una dama... , es verdad, soy directora de un colegio, y salgo todos los días a dar lecciones de lenguas. Pero y bien... este siglo no mira más que las apariencias: acepta un dote cuantioso; cierra el colegio... ¡Ah! ¡Es que quiere usted comprarme un marido!

De la pelusa que tiene le van a salir más canas, y se va a poner como un alambre de flaca. ¿Pero qué remedio tiene sino conformarse...? Bastante he penado yo... que pene ahora ella. ¡Ah!, siento pasos. Francamente, no quisiera que me viera nadie, porque empezarán a decir que si salgo o no salgo, y no me gustan refirencias. Me parece que es D. Plácido el que sube.

Quiero decir que me pareció usted una persona segura tratándose de ese género de terribles inquisiciones... Pero veo que no lo es usted... La pregunta que acaba de hacerme es mi sombra negra, es mi castigo. No voy a ninguna parte que no resuene en mis oídos... Salgo de casa por la mañana, doy unos cuantos pasos y me encuentro con un señor mi conocido que me estrecha la mano efusivamente.

Pues ve diciendo; pero no engañes, no engañes, te digo. N'gañar no ti... ¿Podemos hacerlo ahora? No: hacirlo a las doce del noche. ¿Tiene que ser a esa hora? Siguro, siguro... ¿Y cómo salgo yo de casa a media noche?... Amos, déjame a de pamplinas. Verdad que podría decir, un suponer, que se ha puesto malo D. Romualdo y tengo que velarlo... Bueno: ¿qué hay que hacer? N'cesitas cosas mochas.

A las cinco comimos en el restaurant del pasaje de los Panoramas; volvimos á casa á las cinco y media, dejo á mis compañera en el hotel, entretenida en escribir á sus amigas de Madrid y Valencia, salgo á la calle, vuelo á la plaza de la Bolsa, tomo un coche, y á las seis menos diez minutos me tiene situado delante de la casa de la Villa.