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Sin embargo, la medalla tiene un reverso, y debo declarar que me he endeudado un poco; me cobran algo más de lo que había supuesto, pero parece que siempre sucede eso cuando se manda hacer alguna cosa. Pensaba comprarme un abrigo este invierno; pues bien, Dios mío, haremos abstracción de él; he ahí todo. ¡Oh, ! su alegría es para mi uno de los mejores recuerdos de aquel tiempo.

¿Y qué importa? yo me he guardado muy bien de amar. Pero... lo que yo quería está ya conseguido: eres toda una dama... , es verdad, soy directora de un colegio, y salgo todos los días a dar lecciones de lenguas. Pero y bien... este siglo no mira más que las apariencias: acepta un dote cuantioso; cierra el colegio... ¡Ah! ¡Es que quiere usted comprarme un marido!

Sin embargo, muchas veces lanzaría exclamaciones de asombro si no me retuviera el miedo de quedar en ridículo; oculto mis impresiones, pero a vos, querido cura, bien puedo deciros que a menudo me sorprendo y embeleso. «Anteayer fuimos a V * para comprarme un ajuar, puesto que los trabajos de Susana son decididamente unas atrocidades.

Tendré que ser juicioso a la fuerza. La miseria me amenaza, señor L'Ambert. ¡Te repito que me alegro! ¡Señor L'Ambert! ¿Qué? Si tuvieseis la bondad de comprarme un tonel nuevo para ganarme la vida honradamente, os juro que volvería a ser un buen sujeto. ¡Buena fuera! Lo venderías al día siguiente para emborracharte. No, señor L'Ambert, ¡os lo juro por mi honor! Esos son juramentos de borracho.

Un librero de Sevilla me ha prometido comprarme un ejemplar, si le hago una rebaja de dos reales; y este pedido, con otras proposiciones que me dirigen de lejanas tierras, me hace esperar que venderé hasta diez en todo lo que queda de año. No puedo quejarme, en verdad, porque yo que si las cosas estuvieran mejor y sobrase dinero en el país, no había de quedar un ejemplar para muestra.

¡El Banco a 175...! exclamó D. Baldomero pasándose la mano por la cabeza, y arrojando hacia el suelo una mirada fúnebre. Perdone usted, amigo rectificó Moreno Isla . Está a 172, y si usted quiere comprarme las mías a 170, ahora mismo las largo. No quiero más papel de la querida patria. Mañana me vuelvo a Londres.

Por lo cual, deseosa de exasperarle y provocar la ruptura definitiva, le dijo con gran sorna: ¿Estás pensando en comprarme la Casa de la Moneda? Don Quintín, seducido por aquella idea de sabrosa venganza, miró a su querida, gozándose de antemano en la sorpresa que había de causarle y, tras larga pausa, habló tranquilo y sonriente: ¡Parece mentira qué repoquísimo olfato tenéis las hembras!

Ella y yo llamamos la atención en La Línea primero, después en Ronda, donde la vendí, para comprarme un caballo jerezano, que después fue adquirido... pásmese usted... por la Duquesa de Alba, hermana de la Emperatriz, mujer elegantísima también... y que también se le parece a usted, sin que las dos hermanas se parezcan.

El joven Vargas hizo un movimiento olímpico de desdén. Mira, Jacinto, lo que yo es que en estos casos hay que mostrarse hombres y tener muñeca y saber vivir; al gringo le emplazo, como , para junio, y al portugués... la letra vence el 22. ¿Crees que de aquí al 22 de junio no me habré alzado con una suma suficiente para saldar mi deuda y comprarme corbatas?

Yo me desesperaba, pero él maldito el caso que hacía de . ¡Qué pena la mía cuando un día me preguntó con cara burlona si me gustaban las muñecas, porque pensaba comprarme una! Me puse roja de indignación y, a pesar del cariño que le profesaba, confieso que de buena gana le habría dado un cachete