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Pero ellos cumplían una orden del jefe, y si no la cumplían, mediano réspice les echarían. Almudena callaba, andando agarradito a la falda de Benina, y no parecía disgustado de la recogida y conducción al depósito de mendicidad.

Por desgracia de la sociedad, siempre encuentran tontos que les presten, cándidos que les fíen y malvados que los ayuden. Observe usted que nunca mueren en un hospital. Su mendicidad no tiene harapos; pero piden, y a veces toman sin pedir.

Esto sucedió al actual Emperador de los franceses, al proclamar tan absoluta y confiadamente la extincion de la mendicidad.

Sin buen arreglo, no hay riqueza que no venga a parar en la mendicidad. Con orden, los pobres se hacen ricos. Sin orden, los ricos... Paran en pobres, , señor, dijo humildemente Benina, que, aunque ya sabía todo aquello, quiso recibir la máxima como si fuera descubrimiento reciente de D. Carlos. Francisca ha sido siempre una mala cabeza.

En un pueblo de trabajo, de ideales, de ciencia y de arte, la mendicidad es un tumor repugnante, como también es criminosa la existencia del noble juego de la Lotería. Pero nosotros encendemos luminarias a la diosa Casualidad, convencidos de que vivir del esfuerzo personal es una utopía. Un mendigo vive mejor que un pequeño covachuelista, y de sobra más holgadamente que un obrero.

En Marsella, como en Lyon, es ya muy notable la multitud de mendigos y el hábito de mendigar importunando, que caracteriza en Europa á todas las poblaciones meridionales. Mucho se habla de los mendigos que pueblan las calles y los caminos en Italia y España, pero los viajeros ingleses y franceses se olvidan de la mendicidad en Inglaterra y Francia.

En medio del océano, las bahías, la laguna y el cerro de la Popa, vegeta Cartagena, como un náufrago que vacila entre los abismos del mar y la soledad del desierto que limita un continente. ¡Qué de recuerdos allí! ¡qué sublime pobreza! ¡gloriosa mendicidad de una reina caida que se hace respetar por lo que fué, y admirar por la majestad de su dolor!

El hábito de la mendicidad, del abandono, de la imprevision y la mugre se revela allí en todas las formas exteriores de una sociedad que tiene superiores cualidades latentes, que para desarrollarse no aguardan sino el impulso del comercio y de la libertad.

Inclinacion general á la holganza, y desaseo en los hábitos. Fuertes instintos de mendicidad. El sentimiento de la personalidad mucho ménos vigoroso que en los demas grupos. Tendencia muy notable al misticismo. Ausencia absoluta del sentimiento artístico. Pasion por los vestidos sombríos, y disgusto de lo pintoresco. Los hábitos tienen un poder irresistible.

La cueva está vacía porque sus habitantes andan ahora por las calles opulentas buscando la subsistencia con la mendicidad, el hurto ratero, los mas viles oficios, los tratos de la prostitucion, ó los desperdicios, huesos y cortezas que recogen en las orillas de los caños ó en las puertas de los mercados y las tiendas de víveres.