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Cuando nos quedamos solos esa misma noche y nos paseábamos por una senda extraviada del parque, me manifestó claramente sus intenciones, y me impuso la obligación de aceptarlo como esposo, obligándome a que me casara secretamente, sin que mi padre lo supiera. Me amenazaba con poner en conocimiento de la policía el pretendido crimen, si no aceptaba sus condiciones.

Temo que interprete torcidamente mis intenciones. Todos los viajeros, antes de abandonar la vieja ciudad de la Flandes francesa, oían la misma pregunta: ¿Ha visto usted al señor Simoulin?... No importaba que hubiesen invertido varias horas en la visita de la catedral, cuyas sombrías capillas están llenas de cuadros antiguos.

» ¿Te asombras? preguntome mi madre, conociendo lo que me pasaba . Acaso no me haya explicado bien; porque en mis intenciones no hay motivo para ello.

En consecuencia, la esposa del vidriero, mujer de buenas intenciones y que no era aficionada a mentir y cuya casa era una de las más ordenadas de la aldea, se mostró dispuesta a declarar que, tan cierto como que había de comulgar para la próxima Navidad, que había visto unos grandes aros, de la forma del creciente de la luna nueva, en las dos orejas del buhonero.

Pero le abrí un resquicio, le di a entender mis intenciones, y el bendito hombre parecía, como vulgarmente se dice, que veía el cielo abierto; de tal modo le brillaban los negros ojos. Quedó envolver a principios de Octubre, y cuando me despedí, le dije: «volveré un día de estos. Vendré, y quizás, o sin quizás, le traerá a usted noticias que le contenten mucho».

María es una muchacha y parece una abuela. ¿Acaso su corazón permanecerá siempre sumido en la tristeza y no se abrirá á más dulces sensibilidades? María se ruborizó y volvió los ojos. Tragomer me ha confiado sus intenciones. cuál fué su proceder, pero también conozco cuánta fué tu severidad.

¡Muchísimo más gorda! continuó el ratón imperturbable , y toda rollada, rollada, rollada, que cabía allí debajo..., ¡y durmiendo como una santa de Dios! ¿Pero roncar, no roncaba? La condenada acudía al olor de la leche..., y valió que le dio idea de esconderse en el chapeo..., que las intenciones bien se las conocí.... ¡eran de metérseme por la boca, con perdón de las barbas honradas!

Y ya en la puerta, despidiéndose cariñosamente de la buena madre, volvió a repetirle: ¡Que no se olvide usted de lo esencial!... Que comprenda el padre la buena fe con que procedo en todo, lo rectas que son mis intenciones... Y de pronto, volviéndose atrás desde la puerta, como si de repente recordase algo...

A todo se prestó con alma y vida el excelente amigo... y hasta se me figura que pensó que aquellas recomendaciones no se las hacía yo tanto por apego a la obra, como por exhibirle pruebas irrecusables de mis intenciones de volver pronto. Y quizá pensara bien.

Este imperio absoluto sobre la familia, había frecuentemente contrariado mis intenciones, ocasionándome bastantes disgustos; recuerdo los que sufrí cuando el casamiento de mis hijas y al determinar la carrera que habíamos de dar a Alfonso. ¿Quién sabe, si al contrariar mi voluntad tenía razón?