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Su deber estaba allí, no podía substraerse a esta ineludible tarea. Para olvidar la penosa hora presente, haciendo abstracción de la situación en que se encontraba, se absorbió en el doloroso problema de los acontecimientos que iban a surgir y que era necesario evitar a toda costa.

De modo que deteniéndose, me dijo con una sonrisa forzada la ineludible forzada sonrisa que campeó sobre toda aquella historia: Si quiere, entonces, baile este vals con su amor... ... al parecer. No agrego una palabra más repuse, pasando la mano por su cintura. Un mes más transcurrido. ¡Pensar que la madre, Angélica y Luis María están para ahora llenos de poético misterio!

Por eso es obligación ineludible en el escritor cristiano y de bien ordenado entendimiento, aplicar su ingenio a la reparación del edificio social, lidiando por la familia, que es su primera y necesaria base.

Se dejó poseer con prodigiosa naturalidad, como quien tiene sed y bebe agua, pareciéndole que la entrega de su cuerpo era lógica, fatal e ineludible consecuencia de haber sometido el alma. ¡Qué momentos tan dulces!

Ya tenía tres pesetas, ya tenía un duro, ya se aproximaba lentamente a los dos, y de pronto surgía una necesidad imperiosa, una exigencia ineludible, el pago a la tienda, que se negaba a fiar más sin recibir algo a cuenta, la compra de material para el emballenaje de los corsés, la necesidad de echar unas suelas a las botas únicas de Maltrana, mientras éste permanecía prisionero en el cuarto; y de este modo la mala fortuna llevábase de una manotada todos los ahorros, sin dar tiempo a que se completase el importe del alquiler.

Nadie quiere penar; todos creen merecer. Ninguno acepta su misión fatal e ineludible, ni se resigna a cumplirla. Imaginan que la vida debe ser la felicidad, cuando es sólo ocasión de conseguirla. Es que yo no soy el Destino ciego, sino la Providencia bondadosa. ¡Felices! ¿Por qué no han de serlo? En verdad te digo que el hombre no comprenderá nunca la majestad del dolor.

Advertíase pronto que era uno de esos hombres que cuidan con esmero del aliño de su persona; que retocan su figura con la misma atención y delicadeza con que el escultor cincela una estatua; que al rizarse el bigote y darle cosmético creen estar cumpliendo un sagrado e ineludible deber de conciencia; que agradecen, en fin, al Supremo Hacedor, el haberles otorgado una presencia gallarda y procuran en cuanto les es dado mejorar su obra.

Y sin embargo, hasta dentro de esta soñada perfección, sería ineludible el órgano de que hemos hablado: un gobierno por otro estilo, pero al fin un gobierno.

Pero el juez recorría rápidamente esas páginas, impaciente por llegar al drama que presentía ineludible. ¿No era fatal que con el tiempo, con la vejez del marido, la calma feliz de esa mujer tuviera un fin? ¿Cómo haría para hablar de la tentación? No hablaba de ella.

El sábado, al cobrar la semana los trabajadores de la bodega, el encargado les entregaba la papeleta a todos: una invitación para que al día siguiente asistiesen a la misa que costeaba la familia de Dupont en la iglesia de San Ignacio. Si la fiesta era con comunión general, el convite aun resultaba más ineludible.