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Actualizado: 17 de junio de 2025


Pero pronto se abatía el vuelo de su imaginación y el alma de D. Luis tocaba a la tierra y volvía a ver a Pepita, tan graciosa, tan joven, tan candorosa y tan enamorada, y Pepita combatía dentro de su corazón contra sus más fuertes y arraigados propósitos, y D. Luis temía que diese al traste con ellos.

Las carcajadas, las voces y la música, impresionando el oído; el aroma de las flores y el olor aperitivo de las comidas y licores, hiriendo el olfato; la viveza de las miradas, la variedad de colores, afectando la vista, producían en aquel recinto una fascinación que habría dado al traste con la fortaleza de todos los ermitaños de la Tebaida.

Me acometió un impulso de arrojarme sobre aquel hombre soez. No dudo que el poeta lo hubiera hecho, por más que llevaba noventa y nueve probabilidades contra una de que el clérigo le aplastase; pero el hombre práctico que en reside me hizo ver inmediatamente los gravísimos inconvenientes de aquel acto, que daría muy bien al traste con todos mis planes, y me decidí a tomar el sombrero y salir.

No fué culpa nuestra que Fernando VII, el Deseado, diese al traste con todas esas libertades, no bien volvió á España en 1814. Renacieron dichas libertades en 1820, en virtud, por desgracia, de un motín militar, que puede considerarse como el pronunciamiento inicial en la larga serie de pronunciamientos que después ha habido.

Pues si se había hecho la revolución y la Unión del Norte, y todo, sería para que tuviésemos igualdad, que si no, bien pudieron las cosas quedarse como estaban.... Lo malo era que nos mandase ese rey italiano, ese Macarronini, que daba al traste con la libertad.... Pero iba a caer, y ya no cabía duda, llegaba la república. Con estos pensamientos entretenía las horas de trabajo en la Fábrica.

Era aquello un tesoro de gran valor, una palanca formidable que, bien manejada, podía dar al traste en breve tiempo con gran parte de los políticos revolucionarios que pululaban en España. Eran letras de cambio pagaderas a la vista, que cualquiera podía cobrar en poder o en dinero.

Habrá libertad, libertades... Esta falta de respeto, esta manera de hablar de Su Majestad enfadó tanto a la dama, que estuvo a punto de dar al traste con toda su circunspección y llegarse a la infame y decirle: «Para que aprendas a hablar como se debe, toma este arañazo...». Contentose con dos o tres monosílabos de reprobación. Su cara estaba ya como un pimiento.

Los alemanes no podían vencer porque tenía pensado ofrecer a la Francia un sistema de cañones que daba al traste con todos los inventos que hasta ahora se habían realizado en materia de artillería. Era un cañón el suyo extraordinario, mejor dicho, maravilloso; un hombre lo podía subir a la montaña más alta. No será de hierro. No, señor. ¿De madera? Tampoco. ¿De papel? No, señor.

Había que torear tres o cuatro días seguidos, y el espada, al llegar la noche, rendido de cansancio y falto de sueño por las recientes emociones, daba al traste con los convencionalismos sociales y se sentaba a la puerta del hotel en mangas de camisa, gozando del fresco de la calle. Los «chicos» de la cuadrilla, alojados en la misma fonda, permanecían junto al maestro, como colegiales reclusos.

Acaso ese pobre muchacho pague muy caro el haber dado al traste con don Rodrigo Calderón. ¿Muy caro? por cierto; como que está enamorado como un loco de la dama por quien se ha metido en ese lance. ¡Esperad! ¡esperad! yo he visto, al entrar ese mancebo en el cuarto de la reina, su semblante, y no le conozco, aunque me ha parecido encontrar en él un no qué... ¿conocéis á ese mancebo? ¡Mucho!

Palabra del Dia

rigoleto

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