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Actualizado: 28 de septiembre de 2024


Jacinta se quería comer con los ojos a su marido, adivinándole las palabras antes de que las dijera, y confrontándolas con la expresión de los ojos a ver si eran sinceras. ¿Habló Juan con verdad? De todo hubo. Sus declaraciones eran una verdad refundida como las comedias antiguas. El amor propio no le permitía la reproducción fiel de los hechos.

Eran demasiado altivas para negar y sobrado sinceras para afirmar. A todo esto empeñábanse todos en explicar sus votos respectivos; así, que no había manera de entenderse. ¡Ea! dijo el conde de M... Yo voy a dilucidar la cuestión. ¿Usted? , señores, yo mismo. ¿Cómo? Explicándoles a ustedes el amor que mata y el amor que no trunca la existencia.

Por favor, no me diga usted más nada; en París lo escucharé... ¡Quién sabe también si el paseo que va usted a hacer a Valremont no modificará sus ideas! ¡Qué fría está usted y qué suspicaz! Los sentimientos que abrigo para usted después que la he visto... , , conozco esas lindas frases; por muy sinceras que sean, hágame gracia de ellas, se lo ruego.

Es muy penoso, cuando se le ha dado a entender claramente a un joven que se tiene la resolución de no casarse con él, por más que él deseara esa unión, verlo seguir, sin embargo, teniendo atenciones especiales. Y además, ¿por qué no tenía siempre las mismas atenciones, si realmente eran sinceras de su parte, en vez de mostrarse tan incoherente como lo era el señor Godfrey Cass?

Alarmado por su exaltación, el joven trató de calmarla con frases cariñosas y palabras tiernas, acaso sinceras, pues era ante todo el hombre del momento y la pobre criatura hubiera conmovido a un corazón de piedra. Tranquilízate, mi querida Juana. Es una prueba momentánea, una separación muy corta seguida de una eterna unión y de una dicha sin nubes.

Sobre un sillón rojo, bajo un ropaje rojo, con un cortinaje rojo, bajo un solideo rojo, una figura roja; la figura de un pobre bobalicón, de un galopo; y haced con eso un cuadro que no se puede olvidar»; y añade que, comparadas con él hasta las mejores pinturas que hay de su mano en Madrid, aún las más espléndidas y sinceras parecen muertas o académicas.

Yo me complacía anticipadamente en las sinceras demostraciones de cariño y de satisfacción que había de recibir en su presencia. Juntos habíamos cursado nuestros estudios; disfrutado de las mismas alegrías en las casas de campo de ambas familias; seguido las mismas rutas en nuestras excursiones, idénticas relaciones sociales, y últimamente pertenecíamos los dos al cuerpo diplomático.

En realidad, Godfrey sentía aquello con tanta mayor intensidad cuanto que su naturaleza indecisa, adversa a afrontar las dificultades por ser éstas francas y sinceras, tenía un cierto temor respetuoso por aquella dulce esposa que espiaba los deseos de su marido con el deseo ardiente de obedecerle. Le parecía que no le podría revelar jamás a Nancy la verdad concerniente a Eppie.

Recuerdo haber oído decir a mi médico que en algunos casos se pierde completamente la vista por unas horas, por un día... Serénese usted, mi amigo D. Francisco, y tómese un vasito de agua con un poco de vino. Pronto vuelvo. Salió diligente, con ganas sinceras de servir, y no hallando al médico que vivía en la casa, fue a buscar al de guardia.

Educado para las batallas del presente, tuvo por armas las convicciones de antaño, fuertes por lo sinceras, pero quebradizas por lo viejas. Llegada la época de abandonar el Seminario, el obispo le llamó a su despacho, y le habló de esta, suerte: «Vamos a separarnos.

Palabra del Dia

jediael

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