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Actualizado: 11 de julio de 2025
Izquierdo entró con una botella de cerveza y detrás el mozo del café de Gallo con un grande de limón, ponchera y copas. «La señora dijo él queriendo ser amable , va a tomar un vasito de cerveza con limón». ¡Quite usted allá! replicó la dama . Yo no bebo esas porquerías. Se lo agradezco... A Fortunata la invitaron también; pero ella no quiso tampoco tomarlo, y pidió leche.
PICHONES AL JEREZ. Después de limpios, preparados y dorados como en la forma anterior, se echa cebolla y perejil, el caldo y un vasito de jerez, se machacan unas almendras y se deslíen con un poco de caldo, y se hacen a fuego lento hasta reducirse.
Ya, ya sabemos lo que usted desea dijo cariñosamente el señor mayor, poniéndole la mano en el hombro . Usted viene huyendo de la degollina de San Isidro.... Aquí no hay que temer.... Sola, querida hija, a este caballerito le vendrá bien una taza de caldo. Utique... gratias agere... O un vasito de vino blanco con bizcochos. Mejor vino que caldo dijo entonces en claro español el estudiante.
Después de esfuerzos inauditos, consiguiose, por fin, sacar del armario el famoso frasco y con él un antiguo vasito de plata completamente abollado, el vaso que Mauricio usaba cuando era pequeño. Me lo llenaron de cerezas hasta el borde, ¡le agradaban tanto a Mauricio las cerezas! Y al servirme el viejo me murmuraba al oído con aire golosón: ¡Es usted muy dichoso pudiendo comerlas!
HUEVOS MOLES. Se pone un vasito de agua fría y otro de azúcar, y se coloca al fuego hasta hacer un almíbar con bastante punto; se baten aparte las yemas de huevo, y cuando el almíbar está casi frío, se va incorporando poco a poco, sin cesar de mover, para que se mezcle bien con las yemas.
MANTECADOS. Para una libra de manteca de cerdo deshecha y no caliente, se echa una copa de ron o vino blanco, dos cucharadas de azúcar, se revuelve bien todo, y cuando está deshecho el azúcar se va mezclando harina, hasta que resulte una masa que se trabaje sin que se pegue a los dedos; se cortan las mantecadas con un vasito fino y se llevan al horno; y al sacarlas se espolvorean con azúcar bien molida.
Recuerdo haber oído decir a mi médico que en algunos casos se pierde completamente la vista por unas horas, por un día... Serénese usted, mi amigo D. Francisco, y tómese un vasito de agua con un poco de vino. Pronto vuelvo. Salió diligente, con ganas sinceras de servir, y no hallando al médico que vivía en la casa, fue a buscar al de guardia.
Oliéndole el aliento, rompió en exclamaciones de asco y horror: «Quita, quítate allá, borracha. Apestas a aguardiente. No lo he catado, señora; me lo puede creer». Insistía Doña Paca, que en aquellas crisis convertía en realidades sus sospechas, y con su terquedad forjaba su convicción. «Me lo puede creer repitió Benina . No he tomado más que un vasito de vino con que me obsequió el Sr. de Ponte.
Dicho esto, le entró una congoja y una convulsioncilla de estas que las mujeres llaman ataque de nervios, por llamarlo de alguna manera, seguida de un espasmo de los que reciben el bonito nombre de síncope. Fue preciso traerle un vasito de agua, desabrocharle el corsé, y no sé qué más. Pero yo... ¿cómo...? exclamaba Rosalía, mucho después, espantada , ¿cómo puedo yo...? Pidiéndolo a D. Francisco.
Hay que ganarse la vida.... Además, ¿por qué no decirlo? desde que murió Alberto gusto de entrar en la taberna más que antes. Cada uno mata su pena como puede. Estoy en los setenta, y á esa edad, cuando hay que levantarse antes del alba para ir á los Mercados centrales á comprar el género, un vasito de vez en cuando es la mejor de las medicinas. ¿No lo cree usted así, señor comisario?...
Palabra del Dia
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