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Actualizado: 28 de junio de 2025
Amamos, queremos ser amados, caemos a los pies de una mujer, y le ofrecemos el corazón, la vida, el alma, y luego, cuando somos correspondidos, cuando la dicha y la felicidad nos sonríen, olvidamos nuestras promesas más sinceras, nuestros juramentos más sagrados.
Con el humilde vulgo, allá en los pueblos más cercanos a la naturaleza, en donde había vivido, había acertado a explicarse por tan llano y persuasivo estilo que sus palabras sin arte, santas y sinceras, habían quedado grabadas en los corazones, llevando el convencimiento a las almas.
Si Cervantes no estaba siempre contento con Lope, y expresaba claramente su pesar, de que el fecundísimo favorito del público sacrificase no pocas veces su fama duradera á la popularidad del momento, decía, en términos aún más inofensivos, lo confesado por el mismo Lope; su imparcialidad resplandece tanto más en las sinceras y grandes alabanzas que le prodiga en casi todas sus obras, desde El Canto de Caliope, en que celebra á Lope, de apenas veintidós años, hasta el Viaje del Parnaso, en que le llama poeta distinguido, á quien ninguno aventaja ni aun iguala, tanto en prosa como en verso.
A esto, mi tío: a que Blanca y yo, somos partidarias sinceras del matrimonio, y que hemos resuelto poner en práctica nuestras teorías. Y yo, deseo que sea cuanto antes. ¡Reina! gritó mi prima estupefacta con mi audacia. No digo, sino la verdad, Blanca; únicamente diré que tú, te resuelves a esperar un tiempo; pero yo no tengo esa paciencia. ¿De veras, sobrina?
Así no se mezclaban lágrimas hipócritas a sus lágrimas sinceras y el conde podía gozar a sus anchas de su libertad y hacer la gran vida sin que su suegro encontrase nada que decir ni pensase en cercenarle el crédito anchamente abierto en casa del notario Hardoin.
En cambio, se declaró aquella casa, desde entonces, el centro de la buena sociedad del pueblo; y a doña Juana se le caía la baba de placer con las atenciones de que era objeto: sinceras unas, es verdad, por tratarse de gentes no mucho más avisadas que ella, e hijas otras de la diabólica intención de dar pábulo a las majaderías de la encumbrada lugareña; pero interesadas todas, porque, al cabo, en aquella casa se bailaba mucho y se cenaba bien, lo cual en ninguna parte se desdeña en estos tiempos.
No sé cómo expresarle continuó diciendo la joven hasta qué punto me entristece la idea de su marcha. Mientras hablaba, sus clarísimos ojos se ensombrecían y cubríanse de una sutil humedad, por lo que Delaberge comprendió que eran absolutamente sinceras sus palabras. Sí repuso Francisco también profundamente conmovido; vengo a despedirme de usted; probablemente marcharé mañana.
Supuesto que hay pruebas expuestas á favor y en contra de lo inaccesible ó transitable de las cordilleras por el Catapuliché, Huechuhuehuem á Valdivia, debemos estar en favor de estas últimas, á menos que un desengaño fisico de personas sínceras y verdaderas hagan ver lo contrario.
El giro que entonces toman estas conversaciones a posteriori decide la suerte de los enamorados. Don Juan sabía todo esto por propia experiencia, y veía con espanto que cuando Cristeta hacía alguna alusión a lo porvenir, sus palabras eran tan sinceras y acusaban un amor tan hondo, que era imposible descubrir en ellas asomo de cálculo ni sombra de interés.
Hasta los criados contenían la murmuración soez y maliciosa cuando en sus conversaciones se pronunciaba el nombre de Lázaro, pues no hallando en quien le llevaba sino virtudes sinceras, tenía la baja lengua que callar, aun estando tan diestra en maldecir.
Palabra del Dia
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