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En aquel momento estallaron grandes gritos de sorpresa y terror á la izquierda del campo, hacia donde se dirigieron velozmente millares de infantes y jinetes y muy pronto se oyó á lo lejos el rumor de furioso combate. Á excepción de algunos centinelas y pajes, cuantos se hallaban cercanos á la tienda real habían desaparecido, voceando y arma en mano, en dirección al lugar de la lucha.

Los hombres que en aquella casa vivían fueron al principio muy pocos: luego, llegando sigilosa y calladamente por las noches, vinieron de tierras extrañas muchos más, tantos, que sus cánticos antes débiles como compuestos por escaso número de voces, resonaron vigorosos y potentes, repercutiendo en las concavidades de los montes cercanos, cual si quisieran despertar los ecos del cañoneo de antaño.

Por entonces, Wetterhexe había observado desde hacía varios días mucha agitación en los desfiladeros cercanos, de gentes que marchaban en masa, con el fusil al hombro, en dirección del Falkenstein y del Donon. Indudablemente algo extraordinario pasaba.

Permaneció junto á la entrada, con una curiosidad que se sobreponía á la inquietud. Sintió venir al invisible proyectil á pesar del estrépito de los cañones inmediatos. Percibía, con rara sensibilidad su paso á través de la atmósfera por encima de los otros ruidos más potentes y cercanos.

»Vas a cambiar de género de vida, de hábitos y costumbres, hasta de ambiente respirable, que no son iguales las auras puras de estos campos cercanos, al aire viciado de la ciudad. Aquí, por más que haya doblez y engaño, no son la maldad tan refinada ni la hipocresía tan astuta; allí la cortesanía hace el daño más hondo y más disimulada la torpeza.

Cambiáronse apuestas a discreción respecto al resultado: Tres contra cinco que Sal saldría con bien de la cosa; además, también apostose que viviría la criatura y se atravesaron apuestas aparte sobre el sexo y complexión del futuro huésped. En lo más recio de la animada controversia, oyose una exclamación de los que estaban más cercanos a la puerta, y todo el mundo aguzó los oídos.

Isidro, en sus tiempos de estudiante, había tomado lecciones de sus amigas de los cafés cercanos a la Universidad. Feliciana había bailado con sus compañeras, y fue ella la que, guiada por el instinto femenil, siguió mejor el ritmo de la música, arrastrando a su pareja.

Tan luego espiró se le cubrió la cara con un pañuelo, se le entrelazaron las manos, poniendo en ellas un crucifijo, las campanas tocaron plegarias, y todos los individuos de la Orden Tercera, invadieron el cuarto, poniéndose á rezar, mientras los parientes más cercanos preparaban un hábito de San Francisco, mortaja con la que habían de vestir el inanimado cuerpo.

En esto se oyeron muy cercanos los ladridos de un perrazo. La del alcalde, pensando que era el de su huerta, que venía a vengarla, comenzó a gritar: ¡Aquí, chucho, aquí!... ¡

Cercanos á los límites se hallan los escollos, y estos debe conocerlos el navegante. Los límites de la ciencia humana se descubren en el exámen de las cuestiones sobre la certeza. Al descender á las profundidades á que estas cuestiones nos conducen, el entendimiento se ofusca y el corazon se siente sobrecogido de un religioso pavor.