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El trono quedó vacante, no habiendo quien lo codiciase por miedo a las consecuencias; lo que ocasionó el desprestigio de la tribu y dió preponderancia a las otras cofradías, partidarias entusiastas del Rey del Monte, título con que era conocido el negro hijo de mama Salomé, capitán de la falange maldita.

Así se esplicaba este rebelde, para seducir á los pueblos, engrosando su partido, y con mano armada pasando á los filos de su cólera á cuantos se le oponian, invadió las provincias de Azangaro, Carabaya, Tinta, Calca y Quispicanchi, que por fuerza ó de grado se declararon sus partidarias, á cuyo ejemplo siguieron el mismo rumbo las de Chucuito, Pacajes, Omasuyos, Larecaja, Yungas y parte de las de Misque, Cochabamba y Atacama.

Ahora bien: como Clotilde, la madre de Inesita, las tías y las hermanas de ésta son partidarias decididas de que la muchacha se case con Carlitos, héme metida en un conflicto, pues comprenderá usted que el fuero de familia me compele y obliga a pesar de mi carácter poco dado a la lucha a defender a mi cuñado en una pretensión que juzgo justa.

Antes teníamos cuatro quinqués encendidos; pero, hijo, se gastaba un Potosí, y nosotras estamos más pobrecitas que las arañas. Nos hicimos partidarias del obscurantismo... Hay que tener mucho ojo, por supuesto, porque ¡viene aquí cada gachó!... No paro de un lado a otro, como usted ve. Parezco una maestra de escuela... ¿No ha pasado usted al buffet? No dije sencillamente. Soltó una carcajada.

Algunas generaciones más y esta mujer habrá tal vez desaparecido. Las Renée Mauperin y las "intelectuales" y las partidarias de Debussy, irán poco a poco absorbiéndola, matándola. , Juanita Sánchez, otra amiga de Charito, la habrás oído discutir sobre Debussy.

A esto, mi tío: a que Blanca y yo, somos partidarias sinceras del matrimonio, y que hemos resuelto poner en práctica nuestras teorías. Y yo, deseo que sea cuanto antes. ¡Reina! gritó mi prima estupefacta con mi audacia. No digo, sino la verdad, Blanca; únicamente diré que , te resuelves a esperar un tiempo; pero yo no tengo esa paciencia. ¿De veras, sobrina?

Hasta el día en que nació este sentimiento en el misterio de su alma, nunca había mostrado preferencia por ninguno de los clérigos que servían la parroquia; antes bien juzgaba con severidad las de sus compañeras, que eran motivo de rivalidades y discordias entre partidarias del uno ó del otro padre.