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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Llegó la noche del concierto. Se abrieron los salones del Casino, sucursal del café de la Oliva; hasta hubo su poquito de buffet, a pesar del acuerdo de la Junta, y lo mejor de la población acudió a tomar sorbetes y a contemplar de cerca, y vestidos en traje de sociedad, a los cantantes ilustres que tantas veces había aplaudido viéndolos en las tablas, llenos de abalorios y galones dorados.
¡Cuánto marido tolerante que entrega su mujer a la garra de los halcones y que se sitúa en el buffet con el sentido práctico de un convencido!
Subimos en mi cupé clarence y cenamos en el café de París soberbiamente... unas armoricains y un homard, que sólo ese Sempé es capaz de proporcionar en esta tierra imposible! ¡Qué mujer tan flirtante!... ¡Me llamaba Mon petit Pichonot! En este instante mi tío Ramón regresaba con Blanca del buffet. Comienza nuestro vals, señorita, y yo lo reclamo.
Siento cierto remordimiento pensando en que quizá aquella malhadada croniquilla que escribí, relatando la conversación que tuvo conmigo, haya podido influir en la postergación de un hombre de los méritos agrícolas de Eleuterio. En el «buffet», Julia Elena, como esposa del presidente del Jockey, hace los honores de la casa, con la discreción, la finura y el buen gusto en ella habituales.
Los invitados de más distinción formaban grupo aparte en la plaza donde estaba instalado el buffet, manteniéndose lejos de las otras gentes reclutadas por la noble poetisa. Robledo vió en este grupo á los marqueses de Torrebianca, que acababan de llegar con gran retraso, por haber estado en otra fiesta.
Había dado una garden-party en una sección del Bosque de Bolonia, con juegos náuticos, danzas de bailarinas sagradas traídas de Asia y un buffet para tres mil invitados. Otra vez gastó medio millón transformando una gran parte de su hotel en interior de palacio persa, para un solo baile de trajes, volviendo el día siguiente á restaurar los salones en su primitivo estado. De pronto desaparecía.
Los alegres catapúsanes se llamaron saraos y hoy soarees con su buffet, sus emparedados, su ponche á la romana y hasta su Petit Journal ó su Correspondencia, que al día siguiente pregona que la bella señorita de tal estaba hecha una princesa, su mamá una reina y su papá un bajá de tres colas, que dando la majestuosa familia encantada de las letras, por más que saquen astillas del individuo que las escribe.
A ruego de ella, el elegante fósil describía los convites, los bailes, con todas sus magnificencias; el buffet o ambigú, con sus variados manjares y refrigerios; contaba las aventuras amorosas que en su tiempo dieron que hablar; enumeraba las reglas de buena educación que entonces, hasta en los ínfimos detalles de la vida suntuaria, estaba en uso, y hacía el panegírico de las bellezas que en su tiempo brillaron, y ya se habían muerto o eran arrinconados vejestorios.
Después de servirse un espléndido buffet, los novios partieron a su rica posesión de los Robledales, en Aragón». Y quien habla de las golondrinas claro está que se refiere igualmente a toda la caterva de pájaros que habían sentado sus reales tanto en las huertas de Nieva como en los inmensos pinares que bordaban las orillas de su ría.
¡Chica, tengo un hambre de lobo! entró diciendo . ¿Cuándo acabáis de abrir el buffet? ¡Ah! ¿Conque os vais por los rincones? ¡Prudencia, Clementina, prudencia!... Hija, yo no puedo aguardar más: dame algo de comer, o me caigo. Clementina la llevó riendo a un rincón y le hizo servir algunas viandas.
Palabra del Dia
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