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En que consiste el pensar bien. Qué es la verdad. El pensar bien consiste, ó en conocer la verdad, ó en dirigir el entendimiento por el camino que conduce á ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en , alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error.

Acometido de súbito deseo de expansión, D. Manuel le abrió enteramente el pecho. Hacía tiempo que «le estaba poniendo los puntos» a Anita. El deseo de formar una familia que nunca sintiera en su vida, había concluido por enseñorearse de su alma. «Qué cosa más rara, ¿eh Miguel? Al llegar a cierta edad, todos caemos.

Dios, de seguro, nos ayudará. Dios, en sus altos juicios, permite el martirio de los inocentes dijo profundamente el padre Aliaga ; somos muy pocos los leales; muy pocos los que servimos como Dios manda á nuestros reyes... luchamos y lucharemos... si caemos en la lucha, habremos caído cumpliendo con nuestro deber. Pero aprovechemos el tiempo, señora; ¿qué pasa en palacio?

Ya no nos atrevemos a figurarnos lo conocido como una pequeña isla en medio de un Océano inexplorable e infinito que sólo pueden atravesar la imaginación o la fe. La isla misma y hasta nosotros los habitantes de la isla, caemos bajo el predicamento de lo incognoscible: somos puros fenómenos; la substancia y la causa son ficciones, palabras sin sentido. No hay más que movimiento.

Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece á un espejo en el cual vemos retratados con toda fidelidad los objetos como son en ; cuando caemos en error, se asemeja á uno de aquellos vidrios de ilusion que nos presentan lo que realmente no existe; pero cuando conocemos la verdad á medias, podria compararse á un espejo mal azogado, ó colocado en tal disposicion que si bien nos muestra objetos reales, sin embargo nos los ofrece demudados alterando los tamaños y figuras.

Quien haga reflexîon sobre la flaqueza del entendimiento humano, lo poco que se sabe, y lo mucho que se ignora, la facilidad con que caemos en el error: los extravíos á que venimos por los sentidos, por la imaginacion, por el ingenio, por los falsos raciocinios, por la precipitacion del juicio, por falta de método, cosas todas que cada uno de nosotros tiene cada dia ocasion de experimentar en mismo, será preciso que confiese, que las luces naturales del hombre no le subministran noticias bastante seguras, fieles y constantes para llevarle al supremo Príncipe de todo lo criado; para lo qual las noticias que él se ha dignado dar de mismo por medio de la revelacion, hacen la total certeza con que se ha de caminar á buscarle.

Así, pues, ya que las alas me lo permiten, saldremos de aquí volando por alto, para que en la ciudad se vea cómo caemos, pero no de dónde venimos.

Al fin caemos en la cantidad... Jacinta veía el cielo abierto... pero este cielo se nubló cuando el bárbaro desde un rincón, donde su voz hacía ecos siniestros, soltó estas fatídicas palabras: «Ea... pues... mil duros, y trato hecho». ¡Mil duros! dijo Guillermina . ¡La Virgen nos acompañe!, ya los quisiéramos para nosotros. Siempre será un poquito menos. No bajo ni un chavo. ¿A que ?

Pero no deja de ser arriesgado. No me voy sin darles una lección insistí. Sarto vaciló. Pues bien dijo, no es lo más acertado, pero se ha conducido usted bien y hay que complacerle. Después de todo, si caemos nos habremos ahorrado una porción de disgustos y cavilaciones. Yo le diré a usted cómo sorprenderlos.

Allí pelearemos como buenos; y si al fin caemos vencidos, lo haremos envueltos en la sagrada bandera del progresoEsta alegoría militar, causó excelente impresión entre los vecinos, y contribuyó no poco a la entusiasta acogida que el periódico obtuvo.