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Actualizado: 13 de junio de 2025


De los errores que ocasionan el ingenio y memoria. Ya hemos explicado en el primer libro, que hay en el hombre una potencia de combinar las nociones simples y compuestas, á la qual hemos llamado ingenio, y de quien es propio combinar las cosas de mil maneras diferentes. Ahora mostrarémos de quántas maneras caemos en el error por ser ingeniosos.

Fallos, juicios y opiniones oímos en el mundo que nos parecen atinados y justos, y los acogemos ligeramente, los repetimos, los hacemos nuestros, y suele suceder que más tarde caemos en la cuenta de que hemos repetido una tontería. Linilla así la llamé en lo de adelante no volvió a tocar el punto, y siempre se mostró conmigo afable y satisfecha.

Se nos refiere un suceso, pero escuchamos la narracion con atencion floja, intercalando mil observaciones y preguntas, manoseando ó mirando objetos que nos distraen; de lo que resulta que se nos escapan circunstancias interesantes, que se nos pasan por alto cosas esenciales, y que al tratar de contarle á otros, ó de meditarle nosotros mismos para formar juicio, se nos presenta el hecho desfigurado, incompleto, y así caemos en errores que no proceden de falta de capacidad, sino de no haber prestado al narrador la atencion debida.

Dicen otros, que el principal criterio; esto es, el principal camino por donde se llega á la verdad, son los sentidos, y tambien tienen razon. Consiste esto en que los sentidos son fieles en representar las cosas segun se les presentan, y así no engañan; pero juzgando precipitadamente por el informe de ellos, caemos facilmente en el error.

Caemos en las ridiculeces de esas madres que alaban sin cesar a sus hijos delante de personas que ningún interés tienen. Además, aunque el estado de cristalero sea un estado noble, no faltan otros igualmente atrayentes. Seamos justos. Si todo el mundo fuera cristalero, ¿qué sería de nosotros, mi querido maestro?

»Hoy, no porque está el día lluvioso y no se puede salir, sino porque ya lo tenía decidido con toda resolución, te voy a consagrar la mañana entera, y aun la tarde, si fuere menester, para escribirte una carta que valga por todas las que te debo, y un poquito más a cuenta de las posibles faltas sucesivas; porque ya sabes que somos pecadoras y que caemos a cada paso, por mucho cuidado que pongamos al andar.

Palabra del Dia

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