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Caemos en las ridiculeces de esas madres que alaban sin cesar a sus hijos delante de personas que ningún interés tienen. Además, aunque el estado de cristalero sea un estado noble, no faltan otros igualmente atrayentes. Seamos justos. Si todo el mundo fuera cristalero, ¿qué sería de nosotros, mi querido maestro?

Y es de la raza de aquellos hombres de que en otro tiempo se creaban los caballeros industriales. Usted exagera, señor respondió Juan; cristalero, sea, pero caballero, no. ¡Esta denominación le sienta a usted mejor que a ! , yo amo a nuestra querida cristalería. Solamente que comprendo que no se diviertan mucho los que nos escuchan cuando hablamos.

Un buen cristalero tiene que ser diestro de manos. Para no hacer ruido en el cuarto cambiando muebles, Juan tomó un taburete y se sentó casi a los pies de la joven. Bebieron y comieron en silencio. Juan obedecía las menores órdenes de María Teresa, sintiendo una extraña voluptuosidad en resistir primero para verse despotizado y darse luego el placer de la obediencia. ¡Juan, este sandwich más!

Habría sido muy feliz, lo confieso, si hubiera tenido un hijo que participase de mis gustos y que sintiese placer en cultivar este arte que yo amo tanto, porque ocupa el cuerpo y el espíritu. Un buen cristalero es a la vez un sabio, un artista, un hombre de estudio y un hombre de acción. Ahí tienes, hija mía, un programa, que seguramente no realizará un cualquiera. ¿No tengo razón, Juan?

Allí estaba en su casa, era dueño de ir donde mejor le pareciera, examinando todo, interesándose por todo, tomando conocimiento de todo lo que existía en ella hasta en los escondrijos más oscuros y olvidados. La experiencia que Juan adquirió viviendo constantemente en esta labor, lo puso en breve al corriente de lo que debe saber un maestro cristalero.

Luego poniéndose seria y tomando de improviso los puños de Juan: ¡Muéstreme usted sus manos, estoy cierta que se ha quemado! Algunas manchas blancas aparecían, en efecto, estirando las manos que María Teresa tenía entre las suyas. No es nada dijo Juan, un cristalero viejo sabe jugar con el fuego.