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Alardean de recibir bien al extraño; pocas veces alaban y ponderan las cosas de la tierra, antes por el contrario las apocan y menosprecian; miran con indiferencia cuanto hay en la ciudad: la belleza de los campos y la hermosura de las mujeres; critican acerbamente cuanto tienen; fingen que nada de otras partes les sorprende; y podéis, con toda libertad, hacer trizas cualquiera cosa de la tierra en presencia de un villaverdino, seguros de que no dirá nada en contrario, antes bien, acentuará la nota burlesca.

337 Hay gauchos que presumen de tener damas; no digo que presumen, pero se alaban, y a lo mejor los dejan tocando tablas. 338 Se secretiaron las hembras, y yo ya me encocoré; volié la anca y le grité: ¡dejá de cantar- chicharra! Y de un tajo a la guitarra tuitas las cuerdas corté.

En luengo dél arriba caminando, A la Fuente de Lirios allegaron, nace el Ipané tan afamado, A quien el indio llama Desdichado. El piloto mayor con el navío, Llegando á Santa , salió gozoso: Alaban los de allí su desvario, Diciéndole que ha sido venturoso.

Otras casas corrimos; en todas el mismo cuadro: en ninguna nos admiró encontrar intrigas amorosas, madres burladas, chasqueados esposos o solícitos amantes; no soy de aquellos que echan de menos la acción en una buena cantatriz, o alaban la voz de un mal comediante, y por tanto no voy a buscar virtudes a las máscaras.

Ahora, las buenas señoras continuó Isidro , quieren que una noche el abate un concierto de piano, sólo para ellas... Ya han desistido de oírle una conferencia que estaba en proyecto. «El Cyrano de Rostand y el idealismo cristiano...» ¿Qué le parece el tema? ¿Se ríe usted?... Por algo lo alaban las buenas matronas, diciendo que es un cura moderno de lo más moderno.

No hay entre ellos ni medio hombre; todos son chismosos y cobardes. En mi presencia tienen la vista baja; sonríen y alaban a Su Eminencia; y apenas vuelvo la espalda, son víboras que intentan morderme, lenguas de escorpión que nada respetan... ¡Ay, Tomasa! ¡Hija mía! ¡Tenme lástima! Cree que cuando pienso en esto me pongo muy enfermo.

Pero no tienen ellos la culpa, sino los simples que los alaban y las bobas que los creen; y si yo fuera la buena dueña que debía, no me habían de mover sus trasnochados conceptos, ni había de creer ser verdad aquel decir: "Vivo muriendo, ardo en el yelo, tiemblo en el fuego, espero sin esperanza, pártome y quédome", con otros imposibles desta ralea, de que están sus escritos llenos.

En cambio continuó , si alaban una buena cualidad de su raza la atribuyen a los indios, y los que tal dicen son nietos o biznietos por padre y madre de gallegos y vascos que llegaron a América a fines del siglo XVIII... Y si los indios no son los autores de lo bueno, le cuelgan el milagro a la «raza latina», que no es más que una ficción histórica.

Lo que yo dije es que íbamos hablando de lo mucho que se alaban algunos hombres de cosas que no les han pasado. Eso que no iría conmigo. No por cierto; pero iba con algunos que usté conoce muy bien. Podrá ser así.... ¿Y sabe usted, Teresa, que de algún tiempo á esta parte anda muy entonada la rubia? ¡Lo ve usté! Lo digo sin ánimo de injuriar á esa muchacha.

Se burlan de él hasta en los periódicos; hasta los impíos alaban a los misioneros, para rebajar la influencia del Magistral; la moda y la calumnia le han arrinconado, y yo como el vulgo miserable, me pongo a gritar también, ¡crucifícale, crucifícale!... ¿Y el sacrificio que había prometido? ¿Aquel gran sacrificio que yo andaba buscando para pagar lo que debo a ese hombre?...».