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Actualizado: 15 de julio de 2025


Caemos en las ridiculeces de esas madres que alaban sin cesar a sus hijos delante de personas que ningún interés tienen. Además, aunque el estado de cristalero sea un estado noble, no faltan otros igualmente atrayentes. Seamos justos. Si todo el mundo fuera cristalero, ¿qué sería de nosotros, mi querido maestro?

Tienes razón, , ... Puede que te lo diga irónicamente, que estos señorones, muy curtidos en sociedad, emplean a menudo la ironía, y cuando parece que nos alaban, lo que hacen es tomarnos el pelo, como suele decirse... Por si el hombre va por derecho, y se ha prendado de ti con buen fin... que todo podría ser, Benina... se ven cosas muy raras... debes proceder con lealtad, y confesarle tus máculas, no vaya a creer Frasquito que la pureza de los ángeles del cielo es cualquier cosa comparada con tu pureza.

Si alaban á nuestro contrario en nuestra presencia, allá interiormente lo sentimos, aunque las alabanzas sean justas, porque el amor propio hace mirar aquellas alabanzas como cosa que engrandece al enemigo; y como el engrandecerse el enemigo ha de estorbar nuestra grandeza, ó ha de ser motivo de privarnos de algun bien, por esto no gustamos de semejantes alabanzas.

Cuidaba mucho de ponerse siempre muy alta, para lo cual tenía que exagerar y embellecer cuanto la rodeaba. Era de esas personas que siempre alaban desmedidamente las cosas propias. Todo lo suyo era siempre bueno: su casa era la mejor de la calle, su calle la mejor del barrio, y su barrio el mejor de la villa.

Una vez en su casa que en breve ha de abandonar para vivir en el Tribunal, se desempaca lo comprado, que habrá llegado custodiado por un futuro munícipe de cuarto orden, que ha ido al servicio de el que será su jefe. Todos los parientes y amigos alaban el buen gusto de las compras.

En efecto, todos aquí, por su actitud y su lenguaje me predican elocuentemente el desprecio de las riquezas; desde luego, la señora Aubry, que se puede comparar á esos glotones sin vergüenza cuya irritante gula os quita el apetito, y que os hacen repugnantes los manjares que alaban; este anciano que se extingue sobre sus millones tan tristemente como Job sobre el estiércol; esa mujer excelente, pero novelesca y estragada, que sueña en medio de su importuna prosperidad con el fruto prohibido de la miseria, y en fin, la orgullosa Margarita, que lleva como una corona de espinas la diadema de belleza y de opulencia con que el Cielo ha oprimido su frente.

27 y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas. 4 Los que dejan la ley, alaban al impío; mas los que la guardan, contenderán con ellos. 5 Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan al SE

7 Avergüéncense todos los que sirven a la escultura, los que se alaban de los ídolos; adórenlo todos los dioses. 8 Oyó Sion, y se alegró; y las hijas de Judá se gozaron por tus juicios, oh SE

De fuentes eclesiásticas he de tomar los datos que aquí consigno, porque aunque contienen alguna exageración al tratar de su propia obra que, como es natural, defienden, magnifican y alaban, son, al fin, las más útiles para conocer sus propios defectos que entonces resultan verdaderas confesiones.

Luisa se ha quedado para vestir santos. Ocaña se metió a tinterillo. Venegas renunció la «Escuela Nacional», se lanzó a la revolución, y ahora es diputado por obra y gracia de Tuxtepec. Buena memoria dejaron en Villaverde el doctor Sarmiento y mi buen maestro don Román. Todos se acuerdan de ellos, alaban sus virtudes, y se dicen amigos del uno y discípulos del otro.

Palabra del Dia

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