United States or Portugal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Nuestro prelado no está educado para esas libertades. Dígame usted: si yo para contestar una demanda tendría que consultar con Castro Pérez, o con cualquier tinterillo, ¿qué haré si un día llego a diputado y tengo que legislar?

Luisa se ha quedado para vestir santos. Ocaña se metió a tinterillo. Venegas renunció la «Escuela Nacional», se lanzó a la revolución, y ahora es diputado por obra y gracia de Tuxtepec. Buena memoria dejaron en Villaverde el doctor Sarmiento y mi buen maestro don Román. Todos se acuerdan de ellos, alaban sus virtudes, y se dicen amigos del uno y discípulos del otro.

Mire, amigo, todo lo que a me pueden decir, es que he cuidado más de mi hacienda, en el poder, que de los intereses del país; aquí nos conocemos y podemos hablar con entera confianza, y esto es muy natural y muy humano, ¡caramba! pero, estoy ya tan cansado de que me traigan y me lleven, pues no hay tinterillo de imprenta que no me sobe a su gusto, que estoy dispuesto a largarme... mi renuncia ahí la tengo y será presentada en la primera oportunidad; yo no quiero, si la revolución viene, como andan propalando, que me encuentre en mi poltrona. ¡A otro perro con ese hueso!

El oficinista, al que apodaba «tinterillo» el estanciero, siguió fumando con la calma de un oriental que considera conveniente excitar la curiosidad de su interlocutor antes de emprender la conversación. Usted, don Carlos dijo al fin , fué en su juventud hombre de armas. Me han contado que cuando vivía en Buenos Aires tuvo varios duelos por asuntos de hembras.

Valiéndose de su condición de padrino, tal vez averiguaría cosas muy graciosas é interesantes. Bueno, ché; será como usted quiere. ¡Qué no me hará hacer este tinterillo!

Zamacois, Roberto Castrovido, escriben sus admirables novelas y sus artículos maravillosos sobre una mesa de mármol, con un tinterillo menguado, entre el bullicio, envueltos en el humo de las salas de un cafetín de barrio. Es éste un milagro de aislamiento entre la muchedumbre, para el que es preciso una gran fuerza mental. Valle-Inclán escribe en la cama, con lápiz.

Después abandonó aquella habitación, demasiado inmediata al despacho, para que los dos hombres pudieran hablar libremente. Cuando hubieron tomado el primer mate, Rojas ofició un cigarro á Moreno para que «pitase», y encendiendo el suyo se preparó á escuchar. ¿Qué le trae por estos pagos, tinterillo?... Porque usted no es hombre de á caballo, y cuando echa una galopada debe ser por algo.