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Cuando en el campo de la moral luchan la verdad y el error, si el Estado destruye la posibilidad del equilibrio prestando al error su apoyo, el antagonismo necesariamente ha de formularse en persecucion; y cuando la verdad perseguida renuncia al derecho natural de la resistencia, el vencimiento se ha de formular necesariamente en martirio.

Ayuntamiento se sirvió erigir y publicar, á consecuencia de las facultades que se le confirieron en el Cabildo abierto de 22 del corriente; y porque puede, habiendo reasumido la autoridad y facultades que confirió, y mediante la renuncia que ha hecho el Sr.

En tal sentido, se ha dicho bien que hay pesimismos que tienen la significación de un optimismo paradógico. Muy lejos de suponer la renuncia y la condenación de la existencia, ellos propagan, con su descontento de lo actual, la necesidad de renovarla.

Comprende que cuando me he decidido á afrontar tu presencia, es que me sentía seguro de mismo. No conseguirás hacerme montar en cólera, porque me importan poco todas las injurias. Renuncia, pues, á provocar un escándalo y resígnate. Estoy aquí y, como dijo un ilustre hombre de guerra, aquí me quedo.

Pero evítalo, pide nueva licencia, o renuncia de una vez. ¡No quiero!... ¡Qué me echen!... ¡Mejor!... ¡Cómo ha de ser mejor!... Y sobre todo tu padre está enfermo. El viejo no tiene nada... Eso no lo sabes... Además, Clota...

No se renuncia sin trabajo a un bien seguro, a un bien tan delicioso, a todo lo que me prometían tu juventud, tu cariño leal, tus méritos inmensos, tu belleza, hija... pues ahora que no soy novio, puedo decirte que cada vez te vas poniendo más guapa.... En fin, hija, he creído amarte mejor y servirte mejor, y amar y servir mejor a Dios, dándome a ti por padre que por esposo.... Y aún me queda otra cosa mejor que decirte.

Por esto las ilusiones de su vida de miseria esplendorosa giraban siempre en torno del matrimonio, ambicionando todos una novia rica para hacer buena figura en «la carrera». El deseo de no contrariar a su madre, que veía en la diplomacia la única ocupación digna, fue lo que mantuvo a Fernando en su puesto; pero al morir la pobre señora, presentó la renuncia.

Tomóse acta de estas palabras y se consideraron alli mismo como una renuncia voluntaria.

El que era poderoso e imponía a su alrededor órdenes inviolables, se pone rudo cilicio y entra con sumisión en las vías que le son prescritas. El que ardía en amores y en deseos, renuncia a los placeres prometidos y abre un abismo entre su corazón y el mundo. El menor sacrificio del más débil de esos anacoretas, haría la gloria de un héroe.

Era lo único que daba el portugués, al contado y sin usura: noticias. No crea usted ni una jota de la renuncia de Eneene contestó; acabo de verle en su despacho y me ha dicho que no soltará a tres tirones la cartera, ni a cuatro; que él tiene la confianza del Presidente, y con esto le basta.