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Y al conocer la existencia de cañones que tiraban a más de cien kilómetros, quedó desconcertado. «¡Qué tiempos! ¡qué guerra estaCuando le consultaban las señoras en el Casino ó en el Hotel de París, mostraba un optimismo inquebrantable ante las malas noticias. Eso no es nada: va á venir la reacción. Los nuestros se retiran para tomar mejor la ofensiva.

La fama de la santidad y de la inocente y bondadosa indulgencia del padre Juan, hace que sean los niños y las jovencitas, educadas con el mayor recato, los que acudan a confesarse con él, en el tribunal de la penitencia. El optimismo del padre Juan y su dichosa manera de ver cuanto existe como al través de un prisma de color de rosa, vienen a corroborarse por la bondad de sus penitentes.

, , era material o lo parecía, ¿por qué no? ¡Qué vana se le antojaba ahora a la Regenta la filosofía superficial del optimismo bullanguero, del espiritualismo abstracto, bonachón, sin sentido de la realidad triste del mundo! ¡Había infierno!

El carácter de D. Fadrique no había cambiado, pero se había modificado. Su optimismo natural sufría interrupciones frecuentes. Negra nube de tristeza ofuscaba á menudo el resplandor de su abierta y franca fisonomía.

Era la timidez europea que resucitaba. «Yo he estado allá, y lo que es aquello decía el compañero viejo . Nada de miedo; esta vez, con mi experiencia, estoy seguro del éxito...» Y Maltrana, burlón y escéptico, que iba a América sin saber ciertamente para qué, se había sentido de pronto arrebatado, lo mismo que los otros, por este huracán de optimismo.

Y el señor Cuadros salió de la casa satisfecho de mismo, bufando de satisfacción, contoneándose como un joven y mirando con cierta lástima a su hijo, que caminaba al lado de él tímido y encogido. Un risueño optimismo le hacía olvidar que era su padre. ¡Ah! ¡Si en vez de los cincuenta y pico tuviera él los años de aquel pazguato, cuánta guerra había de dar en el mundo!

Los dos hombres, después de hablar largamente de esta catástrofe, acabaron por sentir cierto optimismo, como todos los que se familiarizan con la desgracia. ¡Quién podía conocer la verdad exacta mientras los asuntos del banquero no fuesen puestos en claro por el juez!... Fontenoy era más iluso que criminal; esto lo reconocían hasta sus mayores enemigos.

El hombre necesita pan y palo decía luego, recobrada ya su serenidad . Un látigo muy largo para que marche derecho. El mundo está lleno de pillos. Que dejen al hombre en libertad, y veremos la que se arma. Al final, el señor José se tranquilizaba, mostrando un optimismo feroz. Por fortuna, esto va para largo.

Doña Ana, amigo mío, no estaba enferma; se lo he dicho a usted cien veces; lo que tenía se curaba sin más que cambiar de vida; pero no era enfermedad... por eso no puede decirse con exactitud que se ha curado... por lo demás... esa misma exaltación de la alegría, ese optimismo, ese olvido sistemático de sus antiguas aprensiones... no son más que el reverso de la misma medalla.

Y las cabezas de la comisión se movían para murmurar el optimismo del agradecimiento: ¡Pero este Brull habla muy bien!...