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Actualizado: 20 de junio de 2025
El hospital y la cárcel fueron buscados como refugios venturosos, donde se comía regularmente y como de milagro. Millares de infelices se fraguaban pústulas sangrientas o perpetraban delitos para ser alimentados. Las calles estaban llenas de limosneros fingidos; los campos, de falsos anacoretas; los puertos, de famélicos hidalgos que venían a pedir una plaza en los galeones.
»Cinco años de reposo, oración y penitencia pasaron allí aquellos solitarios; pero á fines de 1406 los oficiales de diezmos principiaron á fijar su atención en los Hermanos de la pobre vida, nombre que habían adoptado los anacoretas establecidos á la orilla del arroyo Yuste.
Es que aquel nogal data de un tiempo muy anterior á la fundación del convento; es que á su sombra fué donde, según la tradición, se sentaron los anacoretas Bralles y Castellanos la tarde que eligieron aquel sitio, entonces desierto, como el más á propósito para establecerse, y es que el mismo César, en tiempo de verano, solía pasar largas horas bajo su espesísimo ramaje, viendo correr el agua del arroyo que fluye á su pie y respirando el fresco ambiente de un lugar tan umbroso, ameno y deleitable.
Los dos extraños anacoretas se encuentran, se contemplan con mutuo asombro y al fin se acercan y se tratan. Al principio se entienden por señas, porque Hay no sabe hablar, pero Asal logra pronto enseñarle su idioma. De los sabios coloquios que tienen ambos resulta algo de muy satisfactorio al parecer: la concordancia de la fe y la razón.
Otra, que es la mas próxima á Córdoba, ostenta en sus alcores el grandioso y severo monasterio de S. Gerónimo, construido con los despojos de la preciosa Medina-Azzahra; en su cerro de Nuestra Señora de Belen una congregacion de rígidos anacoretas, cuyas humildes ermitas son para Andalucía lo que Monserrat para Cataluña, lo que la Tebaida para el Egipto, lo que el monte Athos para la Rumelia; y al pié de ese cerro la famosa Ruzafa, que despues de haber sido una de las mas deleitosas quintas de los amires, fué patrimonio de la célebre D.ª Leonor de Guzman, y despues convento de padres Franciscanos; y hoy... ¡hoy desierta y miserable fonda!
Algunas objeciones les opusieron los padres graves de Guadalupe, alegando que los Hermanos de la pobre vida carecían de las fincas ó elementos necesarios para sostener con decoro la elevada Orden Jerónima; pero Juan de Robledillo y Andrés de Plasencia acudieron á su protector Garci-Álvarez, que por entonces residía en Oropesa, el cual montó en seguida á caballo y se presentó ante el Capítulo de Guadalupe, haciendo suya la solicitud de los anacoretas de Yuste.
El concejo y vecinos de aquel lugar, y, por supuesto, todos los despojados anacoretas, siguieron á pie al esclarecido magnate, entre grandes aclamaciones, y de este modo llegaron al Monasterio, donde permanecía Fr. Hernando como administrador ó encargado del Obispo de Plasencia.
No hizo, no podía hacer Cristos feos de puro demacrados, Vírgenes sin gracia en fuerza de querer representar pureza, mártires chorreando sangre, anacoretas cadavéricos, rostros consumidos ni miembros donde estuviera maltratada y desconocida esa dignidad de la forma, que es también una alabanza para el Hacedor: debía de amar antes al Dios que crea, conserva y embellece, que al que destruye, aniquila y afea; era creyente y no fanático.
Al cabo llegaron a un ancho espacio, casi despejado de árboles, y en cuyo centro se alzaba un grande edificio de extraña arquitectura, palacio, fortaleza o tal vez abandonado asilo de anacoretas penitentes. Los peregrinos le visitaron y reconocieron, hallando que en él no vivía nadie.
»Sin duda alguna, á la celebridad de este acontecimiento y á la veneración en que los naturales de la Vera tenían la Ermita del Salvador, debióse que por entonces resolvieran trasladarse á ella y establecerse allí dos santos anacoretas que moraban hacía tiempo en la ermita de San Cristóbal de Palencia.
Palabra del Dia
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