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Actualizado: 24 de septiembre de 2024


Estas señoras y caballeros parecían estar de muy buen humor, tanto, que la exuberancia de sus demostraciones levantaron en la sala algunos murmullos de descontento.

Salieron del puerto de Zaragoza todas las naves en los días 17 al 20 de noviembre de 1559 con desdichada estrella; un cambio brusco del tiempo las obligó á arribar desde Cabo Passaro con dolencia de las tropas y graves síntomas de descontento.

Y entre, los rancios no sólo figuraba su tío, sino don Eugenio, el fundador de Las Tres Rosas, que también manifestaba al joven gran descontento. Siempre que Juanito se encontraba en la tienda con el viejo comerciante, éste le lanzaba miradas tan pronto de compasión como de desdén. Algunas veces hasta llegaba a murmurar con tono de reproche: ¡Ay, Juanito, Juanito...! Te veo perdido.

El segundo contempló el mapa silenciosamente, rascándose la barba. Luego fué elevando sus ojos caninos, hasta fijarlos en Ulises. ¿Y ? preguntó. Yo me quedo. El capitán del Mare nostrum se ha vendido con su buque. Tòni hizo un gesto doloroso. Creyó por un momento que Ferragut quería librarse de su presencia y estaba descontento de sus servicios. Pero el capitán se apresuró á darle explicaciones.

El cansancio, lo poco variado y apetitoso de la alimentación, el miedo, el mal humor y hasta el aburrimiento trajeron la enfermedad a bordo. En pos de ella vino la muerte y empezó a sacrificar víctimas. La resignación y la paciencia se fueron agotando. El amor, el respeto y la confianza que Morsamor inspiraba se trocaban ya en descontento y hasta en odio.

Es que cuando un conjunto de circunstancias favorables pone en las manos del hombre gran cantidad de bienes, privándole de uno solo, la fatalidad de nuestra naturaleza o el principio de descontento que existe en nuestro barro constitutivo le impulsan a desear precisamente lo poquito que no se le ha otorgado.

Este Ferragut de quince años se mostraba descontento de la vida. Era un hombre, y tenía que vivir entre mujeres: su madre y dos sobrinas que le acompañaban haciendo encajes, lo mismo que ella había acompañado en otro tiempo á su suegra doña Cristina. Quería ser marino, y le obligaban á estudiar las materias antipáticas del bachillerato. ¿Acaso un capitán necesita saber latín?...

Esta es una tradición se atrevió a decir cuando el rústico acabó su relato. Ya comprenderá usted, señora, que aquí nadie acepta tales cosas. Así lo creo contestó gravemente la hermosa desconocida. Traición o no, Don Rafael gruñó el ermitaño con descontento así lo contaba mi abuelo y todos los de su época, y así lo cree la gente. Cuando tanto se ha dicho, por algo será.

El protector habíase convertido en protegido y todo el vetusto armatoste feudal vacilaba sobre sus carcomidos cimientos. De aquí las continuas quejas y murmuraciones del pueblo anglo-sajón, su descontento perenne, las asonadas locales, todo aquel malestar que culminó algunos años más tarde en el gran alzamiento de Tyler.

En tal sentido, se ha dicho bien que hay pesimismos que tienen la significación de un optimismo paradógico. Muy lejos de suponer la renuncia y la condenación de la existencia, ellos propagan, con su descontento de lo actual, la necesidad de renovarla.

Palabra del Dia

jediael

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