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»Pero, si no existía error en el diagnóstico, podía haberlo en el tratamiento, y aferrado a esta esperanza comenzó a exponer los medios que había puesto en práctica para combatir el mal; los sistemas, ya propios, ya ajenos, que había seguido, y las armas esgrimidas contra la horrible dolencia, imposible de vencer. ¿Qué otra cosa le quedaba por hacer?

Cuando la alternativa de los calosfríos y del calor es mas regular, y la fiebre ha avanzado más, es preferible la brionia, aun cuando las causas sean las mismas y el principio de la dolencia igualmente nervioso.

En vano protesta Don Fernando contra las mentiras de su criado; el anciano lo interpreta como una nueva prueba del triste estado de su espíritu, efecto de su dolencia, y lo abruma con demostraciones de ternura paternal y de cuidados por el restablecimiento de su salud.

¿Pero está usted acatarrado, padre? preguntaron a la vez muchas señoras. Un poquito nada más respondió el sacerdote sonriendo dulcemente. Un poquito, no; bastante. Ayer no cesaba usted de toser en San José dijo la marquesa. Y se puso a dar cuenta de la dolencia del padre con solicitud y minuciosidad, no omitiendo ningún pormenor que pudiese contribuir a esclarecer tan importante punto.

No por cierto, replicó aquel varon eminente, que era indispensable cosa y necesario ingrediente del mas excelente de los mundos; porque si no hubieran pegado á Colon en una isla de América este mal que envenena el manantial de la generacion, y que á veces estorba la misma generacion, y manifiestamente se opone al principal blanco de naturaleza, no tuviéramos ni chocolate ni cochinilla; y se ha de notar que hasta el dia de hoy es peculiar de nosotros esta dolencia en este continente, no ménos que la teología escolástica.

A lo que contestó el ministro: Defender la tajada es lo que importa, amigo, y no dejarla perder, como ha hecho usted. Y a propósito, ¿cómo andan sus asuntos? Don Bernardino, como un enfermo al que preguntan el estado de su dolencia, contestó con angustiado acento, que aquello seguía muy mal.

Desde que había quedado acordado su casamiento, Magdalena estaba a juicio de todos más robusta que nunca; pero los ojos del médico y del padre alcanzaban a ver en ella síntomas de dolencia física y moral que a todas horas se manifestaban claramente.

No acobardado por su ceguera y sobreponiendo su activo espíritu a la dolencia corporal, levantábase de su asiento, acercábase a la mesa, palpaba los muebles para no tropezar, y abría la gaveta para sacar el cajoncito donde estaba el dinero.

Abaris, que tuvo noticia de todo esto, y que aun estaba enojado contra Abisag, tardó en volver a Jerusalén; pero volvió al cabo y precisamente en los días en que Salomón y la reina de Sabá andaban más afligidos con la dolencia de Echeloría y de Mutileder. Ignorábase qué proyectos traía Abaris, pero Salomón le recibió bien, porque Salomón apreciaba mucho la ciencia.

Mi adormecido corazón despierta, y en tus hermosos ojos adivina los mismos ojos de mi madre muerta. No pudieron la ausencia ni el olvido, ni el hielo de tu cruel indiferencia arrancar para siempre esta dolencia del fondo de mi pecho dolorido. La pasión que me tiene enloquecido me consume con honda persistencia, y resurge con súbita violencia ante el prodigio de tu sér querido.