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En el Reglamento se hace también constar «que si algún suscritor necesita enterarse más al pormenor de algunos papeles, podía hacerlo en las horas restantes del día sin salir de la habitación, que el que quisiera suscribirse había de poner su nombre en una lista formada al efecto, y que el «dueño del café no lleva otro interés que proporcionar un entretenimiento á los señores que lo favorezcan

Bonifacio, que había sido uno de los más distinguidos epígonos de aquel romanticismo al pormenor, ya moribundo, se sentía bien quisto en la tertulia y se acogía a su seno, tibio como el de una madre.

Así pensaba Bonis, equivocándose en algún pormenor, como se verá luego, y algo parecido pensaba el tío.

Si todo esto no lo ordenase nuestra religión, lo mandaría el sentido común. La religión es toda razón, desde el dogma más alto hasta el pormenor menos importante del rito». Aquella conformidad de la fe y de la razón encantaba a la Regenta. ¿Cómo tenía ella veintisiete años y jamás había oído esto? No se había atrevido a preguntárselo al Magistral, pero tiempo habría.

Aunque no fuese más que un sencillo aro de oro, este pormenor era lo que más llamaba la atención de sus conciudadanos. En cuanto se hablaba de Manuel Antonio salía el dichoso brazalete a relucir; como si no hubiese nada en su interesante figura más digno de excitar la curiosidad.

Omito dar pormenor alguno sobre aquella memorable batalla en que el general Paz, para dar valor a su triunfo, publicaba en el Boletín la muerte de 70 de los suyos, no obstante no haber perdido sino 12 hombres en un combate en que se encontraban 8.000 soldados y 20 piezas de artillería.

Pues siendo así al pormenor, sólo en determinados momentos, como se ha dicho, resultaba, en conjunto, hermoso en el sentido estético de la palabra.

Con estas cartas y con algunas referencias insertas en la Prensa de entonces, se puede conocer al pormenor cómo empleó el tiempo en esta ciudad Thiers, y cuan disgustadas dejó por cierto, de su estancia á no pocas personas, á quienes puso en situación bien poco airosa, y con quienes se condujo de manera harto original y con extraña despreocupación.

Alejándose cada vez más del comercio de la gente que le rodeaba, principió á asistir con la imaginación á las escenas descritas con más arte que vigor por su favorito Feuillet, y á representárselas con tal verdad, que ni un solo pormenor les faltaba.

Mete la mano más adentro y tropieza con el estuche de la flauta. D.ª Robustiana palidece, queda consternada. Un torrente de lágrimas se desprende al fin de sus ojos. Aquel pormenor musical acaba de aniquilarla. En esta triste situación la sorprendió Flora al entrar para darle los buenos días. Vuela hacia ella, la abraza y le pregunta anhelante qué le sucede.