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Antes de salir a la calle pasa a otro gabinete frontero al suyo, con la aparatosa sala por medio; y allí encuentra, ordinariamente solas, y rara vez con visitas, a una señora tan gruesa como él, dura de semblante y rica aunque charramente vestida, y a una joven como de veintidós años, ancha de hombros y caderas; bien destacada de pecho; de ojos y cabellos negros como el azabache; de blancos dientes y moreno cutis; bien proporcionada y airosa de talle, y vestida con todo el rigor de la moda...; una buena moza en toda la extensión de la palabra.

Amparo lo capitaneaba. Penetró airosa, vestida con bata de percal claro y pañolón de Manila de un rojo vivo que atraía la luz del gas, el rojo del trapo de los toreros. Su pañuelito de seda era del mismo color, y en la diestra sostenía un enorme ramo de flores artificiales, rosas de Bengala de sangriento matiz, sujetas con largas cintas lacre, donde se leía en letras de oro la dedicatoria.

El cabello de Doña Clara era negrísimo, las manos y el pie pequeños, la cabeza bien plantada y airosa. Ambas amigas iban vestidas de negro, con mantilla y basquiña, y algunas rosas en el peinado. Lucía dijo á su amiga la indisposición de su madre, y que su tío el Comendador, recién llegado de Villabermeja, las acompañaría en el paseo.

Mas una legión de ninfas y de amores que retozan en aquel instante por la pomarada de D. Félix asoman su cabeza por encima de las paredillas y de las zarzas que la recubren para contemplar á la gentil aldeana, señalan con el dedo sus labios de cereza, sus ojos negros brillantes, su marcha airosa, cuchichean y sonríen. ¡Allá va Flora!

Este accidente dió lugar á que la tropa que cargaba aquel rebelde le dejase en su vergonzosa fuga, y revolviese sobre el centro y derecha de los enemigos, mandados por Ingaricona, que peleaban con la mayor obstinacion, para dejar airosa la opinion que habia sostenido su gefe.

Y todos revolvieron la vista hacia las puertas de los huertos, y vieron llegar airosa y sosegadamente, mitad de caballero y mitad de camino, al mancebo más bizarro que pintarse pueda la imaginación.

Su talla resultaba airosa, aunque inferior a la media, y su rico traje andaluz le dejaba ver en toda su elegancia. Se desató el pañuelo rojo que rodeaba su cabeza, escapándose un bosque de cabellos que casi cubrieron su cara; sus grandes ojos brillaban con un dulce brillo.

La airosa y altísima arboladura, la animación del alcázar, la vista del cielo y la bahía, el admirable orden de cuantos objetos ocupaban la cubierta, desde los coys puestos en fila sobre la obra muerta, hasta los cabrestantes, bombas, mangas, escotillas; la variedad de uniformes; todo, en fin, me suspendió de tal modo, que por un buen rato estuve absorto en la contemplación de tan hermosa máquina, sin acordarme de nada más.

Que el negocio se malogra, porque , pues también puede suceder, y queda uno en descubierto y en situación poco airosa: A ver, una cartita de recomendación o una simple tarjeta, es más sencillo, al director A. o B.; que le den lo que necesite, de orden superior.

Lo que es probable, casi seguro, es que el Condesito te ha encontrado bella, airosa y elegante; ha imaginado que eres buena y que estás bien educada, en lo cual no se equivoca, y te admira y le atraen hacia ti curiosidad, simpatía y otros vagos deseos y pensamientos. Te concedo, además, que el Condesito, con su petulancia, que es mucha, se promete triunfos y victorias que no te hacen favor.