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Diez iban transcurridos desde que el Mare nostrum, terminadas sus reparaciones, había anclado en el puerto comercial. Veinticuatro horas más añadía mentalmente el segundo.

Al verse solo en este compartimiento, que llevaba hacia Nápoles las huellas y el perfume de la ausente, Ulises se sintió desalentado, como si viniera de un entierro, como si acabase de perder un sostén de su vida. Se presentó á bordo del Mare nostrum lo mismo que una calamidad.

Del Mare nostrum no quedaba visible ni la boca de la chimenea ni una punta de mástil: todo se lo había tragado el abismo... Ferragut llegó á dudar si realmente había existido su buque alguna vez. Nadó hacia un madero que flotaba cerca, apoyando los brazos en él.

En el estrecho de Gibraltar le describió la gran corriente de alimentación enviada por el Océano al Mediterráneo, y que en aquellos momentos ayudaba á la hélice en el empuje del buque. Sin esta corriente atlántica, el mare nostrum, que perdía por evaporación atmosférica mucha más agua que la que le aportaban lluvias y ríos, quedaría seco en pocos siglos.

Acababa de escribir Mare nostrum, y la soledad de esta costa junto al frecuentado camino de Niza á Monte-Carlo parecía armonizarse con los recuerdos de mi novela reciente. Pero las noticias del gran choque europeo nos llegaban con enorme retraso, como si procediesen de un mundo lejanísimo.

Entre estos «chicos» heridos en la guerra, que habían pasado á la reserva naval y tripulaban el Mare nostrum, uno era distinguido por la predilección del viejo. Podía hablarle en español, á causa de sus navegaciones trasatlánticas, y además había nacido en Vannes.

Estos viajes son muy remuneradores... Me darán lo que yo pida. Por primera vez en su existencia á bordo del Mare nostrum tuvo el piloto un gesto de desprecio para el valor del flete. Me olvidaba continuó Ulises, sonriendo á pesar de su tristeza . Este viaje halaga tus ideales... Vamos á trabajar por la República. Fueron á Inglaterra, y tomando su cargamento emprendieron el viaje á los Dardanelos.

Un sombrero de palma cubría su cabeza hasta cuando trabajaba en sus cacerolas. El Mare nostrum no podía naufragar ni sufrir daño alguno mientras le llevase á él.

De cuantos hechos habían tenido por escenario el mare nostrum, el más famoso para el capitán era la inaudita expedición de los almogávares á Oriente, la epopeya de Roger de Flor, que él conocía desde pequeño por los relatos del poeta Labarta, del Tritón y del pobre secretario de pueblo que soñaba á todas horas con las grandezas pretéritas de la marina de Cataluña.

Después de esto, el Mare nostrum no sufrió más destrozos. Los disparos siguientes fueron levantando columnas de agua en la estela que dejaba el vapor. Cada vez surgían más lejanos estos fantasmas blancos. El buque salió de la zona del cañón enemigo, que seguía tirando y tirando inútilmente.