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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Y el piloto empezó á arrepentirse de sus consejos. ¡Abandonar el Mare nostrum, que era el mejor de todos los buques en que había servido!... Se acusó de cobardía, creyendo que era él quien había impulsado al capitán á tomar esta decisión. ¿Qué iban á hacer en tierra los dos cuando el vapor fuese de otros?... ¿No tendría él que embarcarse en un buque inferior, corriendo los mismos riesgos?...
Francia e Inglaterra estuvieron un siglo aprendiendo de nuestros marinos el arte de navegar; Holanda y Portugal no hicieron sino seguir nuestras huellas; la gran República de Venecia, única potencia que estaba en condiciones de hacer tanto como nosotros, consideró con estrechez de miras el descubrimiento del Nuevo Mundo: Mare nostrum podían decir todas las naciones latinas contemplando el Mediterráneo: sólo España se atrevió a exclamar contemplando el Océano, ¡Plus Ultra!
Se había puesto en relación con los consignatarios del Mare nostrum, buscando por todas partes noticias de su padre. Al fin, convencido de que el capitán estaba ya de regreso á Barcelona, había partido á su vez el día anterior. Si llega usted doce horas antes, todavía lo encuentra aquí. El portero no sabía más.
Por el momento, iban á Gibraltar para recoger la carga de un vapor que no había podido seguir su navegación. Del estrecho tal vez hiciesen rumbo á Salónica una vez más. Nunca emprendió un viaje con tanta alegría el capitán del Mare nostrum. Creyó dejar en tierra para siempre el recuerdo de aquella mujer ejecutada, cuyo cadáver veía en sueños muchas noches.
Es triste tener que matar á una persona de su sexo. ¡Matar á una mujer, y además una mujer hermosa!... Pero sin embargo, resulta preciso... Creo que la fusilarán de un momento á otro. El Mare nostrum hizo otro viaje de Marsella á Salónica. Buscó en vano Ferragut antes de partir nuevas noticias de Freya en los periódicos de París.
Desfiló ante el vapor toda la costa de la Marina; luego, el cabo Huertas, el lejano puerto de Alicante y el cabo de Santa Pola. A la caída de la tarde, el Mare nostrum estaba frente al cabo Palos, y tuvo que navegar aguas afuera para doblarlo, dejando Cartagena á lo lejos.
Sí, ya es hora respondió Tòni, que en todo un mes sólo había bajado dos veces á tierra. El Mare nostrum abandonó el lugar de su reparación, yendo á fondear frente á los muelles de comercio, brillante y rejuvenecido, sin ningún desperfecto que recordase sus recientes averías.
Había vendido atropelladamente la casa de sus abuelos allá en la Marina, las viñas, toda la herencia del Tritón, cuando adquirió el Mare nostrum. Su deseo era que Tòni rescatase estos bienes, instalándose en el antiguo domicilio de los Ferragut. Tienes dinero de sobra para eso y mucho más. Pero el segundo no se reanimó con estas afirmaciones optimistas.
Quiso borrar además sus malas palabras, inspiradas por el dolor: el recuerdo de aquella escena de rebelión en la que se había levantado como una acusadora iracunda contra el padre. Y Ferragut, durante algunos días, creyó vivir lo mismo que años atrás, cuando aún no había comprado el Mare nostrum y proyectaba quedarse para siempre en tierra.
Toda la gente de Mare nostrum se mostraba entusiasmada por el nuevo aspecto de los negocios. Los marineros, taciturnos en las navegaciones anteriores, como si presintiesen la ruina ó el cansancio de su capitán, trabajaban ahora alegremente, lo mismo que si fuesen á participar de las ganancias. En el rancho de proa se entregaban muchos de ellos á cálculos comerciales.
Palabra del Dia
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